La invitación de Mockus a Peñalosa de que abandone el Partido Verde y se vaya para el de la U, agrava la crisis interna de la agrupación y favorece su fractura.
El problema de los “buenos” es que realmente se creen totalmente buenos, es decir, poseedores de la verdad revelada, por lo que cualquiera que no esté con ellos es “malo” por definición.
Ese es el problema del profesor Mockus. Alabado por el país como un hombre recto, ha recibido tantos elogios que al final se terminó tragando el cuento de ser el único colombiano bueno.
Este endiosamiento ha sido lo peor que le pudo pasar al Partido Verde. El profesor Mockus ahora se cree el único que puede definir qué es lo bueno y qué es lo malo y, en consecuencia, quién debe estar con él y quién debe marcharse.
Como todo fundamentalista que se respete, el profesor Mockus se muestra incapaz de ver matices, y por ende, de formalizar alianzas, pues evidentemente, salvo él mismo, Adriana, su esposa, y el Sanedrín que lo acompaña, nadie merece estar a su lado.
Pero hay algo detrás que preocupa aún más y es su desmedida ambición. Desde su primera alcaldía la mostró sin reparos. Envanecido por su popularidad, renunció a su cargo para lanzarse como candidato a la presidencia, con el fracaso consiguiente.
Hoy, esta ambición le vuelve a jugar una mala pasada. Después de tantear la posibilidad de que su esposa Adriana se convirtiera en candidata a la alcaldía de Bogotá, él mismo quiso hacerlo, atravesándosele a la candidatura de Peñalosa.
Dijo tener todo el derecho a presentar su nombre, pese al pacto tácito de la campaña presidencial de apoyar a Peñalosa para la alcaldía de Bogotá, pero como recibió la desaprobación, optó por convertirse en una piedra en el zapato para su compañero rival.
Desde tiempo atrás se sabía que Uribe simpatizaba con Peñalosa y era predecible su apoyo a esta candidatura como lo hizo en la anterior campaña, ¿por qué ahora enrostrarle que el ex presidente lo considere como la mejor opción para Bogotá?
Más aún. Esto se discutió dentro del Partido Verde, se sopesaron los pros y los contras y se le dio un voto de confianza a Peñalosa dejándolo en libertad de formalizar las alianzas que estimara convenientes para adelantar con éxito su aspiración.
Se supone que, tomada esta decisión, todo el Partido se debía unir en torno a su candidato, respetando la decisión mayoritaria, en el entendido de que la consolidación del Partido dependía de ganar en la capital.
Pero no. En vez de hablarlo al interior de la agrupación, Mockus, el “campeón de los autogoles” como el mismo se bautizó en la campaña presidencial, sale a los medios a ventilar sus desacuerdos, mandando al traste no solo a Peñalosa sino a su propio partido.
En el entretanto, Peñalosa decide conversar con el Partido de la U, siguiendo las directrices de su propio partido, en torno a un programa que, basado en los principios de los Verdes, saque adelante a Bogotá del atolladero en el que se encuentra.
En respuesta a ello. Mockus le da un golpe bajo no solo a Peñalosa sino al propio Partido Verde, calificando a su compañero como traidor, pues no de otra manera se puede entender su invitación a que se vaya para el Partido de la U.
Lo dice el mismo que, sabedor de que sin el apoyo de Uribe no podía ganar la presidencia, no tuvo empacho en ir personalmente a Palacio a asegurarle al primer mandatario que él también podía cuidarle los "tres huevitos".
El fundamentalismo es odioso en cualquiera de sus facetas, no solo por creerse la verdad revelada, sino por cerrarle el camino a la diversidad de pensamiento, creando monopolios de la verdad que siempre terminan mal.
En este momento, Bogotá como el país entero, necesita de sus mejores líderes para sacarlo adelante. Y hombres y mujeres sobresalientes no sólo se encuentran al lado de Mockus. Los hay en todos los partidos, sin excepción.
Aliarse con el Parido de la U en Bogotá no significa asociarse con el paramilitarismo, los falsos positivos, la corrupción, la compraventa de conciencias y el desgreño administrativo de Alvaro Uribe.
No lo fue para los partidos que sacaron adelante la Ley de víctimas en el Congreso, ni lo será tampoco para los que apoyen los proyectos beneficiosos para el país que impulsa el presidente Santos.
Hay que jugar en equipo, profesor Mockus. Lo que se necesita sacar adelante son las ideas y no las personas. Con Bogotá atomizada, en manos de la Anapo, corroída por la corrupción y la ineptitud, se necesita de un gran acuerdo político para sacarla adelante.
Se requiere con urgencia de un candidato con experiencia, de un proyecto de ciudad, de un equipo de primera línea que enderece la capital. Si varios partidos están de acuerdo en llevarlo a cabo, en torno al programa del Partido Verde, ¿por qué no hacerlo?
¿O se prefiere, como la izquierda ortodoxa y fundamentalista, quejarse eternamente al mono de la pila por las derrotas consuetudinarias, creyéndose, como cualquier secta que se respete que, algún día, cuando se mueran de viejos, llegarán al paraíso?
Como van las cosas, lo que de verdad salvaría al Partido Verde, es que el profesor Mockus dé un paso al costado y se convierta en lo que siempre ha sido, un referente de la rectitud y no en un político, ejemplo del fundamentalismo y la intolerancia. sepulturero de partidos.