¿El país comienza a reaccionar? Es temprano para decirlo pero lo sucedido ayer en la Universidad Jorge Tadeo Lozano es un síntoma que mueve al optimismo. Un rector, José Fernando Isaza, al que no puede tildarse de terrorista, guerrillero disfrazado o consueta de delincuentes, le dijo en la cara al presidente Uribe lo que significa el Estado que pretende construir: un Estado totalitario.
Y le puso ejemplos contundentes como el de Sadam Hussein que siempre justificó lo que hacía con el apoyo del pueblo o el mismo Fidel Castro que lleva 50 años en el poder con la misma justificación o el propio juicio a Jesucristo que fue condenado porque la mayoría dijo que el culpable era Barrabás. Igual de firme y vigorosa fue la decana de la facultad de derecho, Natalia Springer que le hizo ver la inconveniencia de mantener un ministro cuyo hermano es un delincuente aliado con los narcotraficantes.
De Claudia López se esperaba su descalificación a los devaneos totalitarios del primer mandatario, incluso con palabras fuertes, pero nadie imaginaba, ni el propio Uribe, que en una universidad privada de amplia trayectoria académica, cuyos estudiantes pertenecen a estratos medios y altos, sus directivas compararan el estado de opinión uribista con nefastas autocracias del mundo.
Uribe, acorralado, apeló a la misma retórica de siempre de salvar a Colombia de ella misma y como ha sido costumbre en estos días, reculó sin pudor. A contrario de lo dicho innumerables veces, advirtió que jamás iba a poner el estado de opinión por encima del estado de derecho, pese a que su discurso reiterativo para enfrentar a la Corte Suprema ha sido que su Estado de opinión es un estadio superior al de derecho.
Horas antes, los directivos de la Academia Nacional de Medicina, también en su cara, le habían manifestado su rechazo a la privatización de la salud y a su estado policial con el que pretende someter a los médicos, obligándolo a recular de nuevo y señalar que serían sus pares los encargados de sancionar a los médicos que se apartaran del estándar de enfermedades y tratamientos fijados.
Más aún, el día anterior los taxistas de Cali también le salieron del paso al presidente Uribe de reclutarlos como informantes, advirtiendo primero que ellos eran aliados de las autoridades y segundo, que este reclutamiento presidencial debía ser voluntario e individual.
Por otro lado, aunque se especuló que la ponencia del magistrado Sierra Porto sobre la ley del referendo reeleccionista podría ser favorable o condicionada a una reelección pero en 2014, fue negativa por el cúmulo de vicios de forma que acumuló en su tránsito por el Congreso, empezando por el cambio de pregunta, la cita ilegal a sesiones extras, pasando por los impedimentos de los congresistas de Cambio Radical y tomando en cuenta las trampas cometidas por los promotores del referendo, entre otras irregularidades (certificación del registrador, violación de los topes electorales, etc.).
Pero ahí no paran los desafueros de este nefasto presidente. Según lo denunció el noticiero CM&, el Ministerio de Protección Social pagó 700 millones de pesos a un asesor de los cuestionados decretos y contrató a otros que son parte interesada por ser directivos de EPS. Razón válida para explicarse por qué estos decretos claramente favorecen a estas entidades, que han hecho del negocio de la salud una de los más rentables del país, estafando las arcas estatales con tarifas, tratamientos y costos de medicamentos que sobrepasan en mucho los reales.
Un Estado policial, diseñado para aplastar cualquier tipo de disenso, un Estado excluyente que sólo beneficia a las grandes fortunas, un Estado delictivo que legalizó a los paramilitares y sus robos de tierras, un Estado totalitario que debilitó los partidos políticos y las instituciones, un Estado corrupto que permitió el desangre de las arcas estatales en beneficio de unos pocos, un Estado caudillista que sólo funciona para un solo hombre, un Estado populista basado en el subsidio para generar apoyo y no en la creación de riqueza, un Estado inepto donde, con algunas excepciones, la mediocridad es el rasero con el que se mide a sus colaboradores, un Estado que privilegia la calumnia sobre la discusión, la manipulación sobre la franqueza, la mentira sobre la verdad, un Estado diseñado a imagen y semejanza de su creador, Álvaro Uribe.
Seguramente, José Fernando Isaza —rector de la Tadeo—, Natalia Springer, los taxistas de Cali, el Magistrado Sierra Porto, los miembros de la Academia Nacional de Medicina son ahora los nuevos terroristas, y serán objeto de seguimientos, hostigamientos y calumnias por este presidente que en su estado febril, que sólo le permite una visión en blanco y negro del país, cada vez más se parece al escorpión, incapaz de ver el mundo más allá de su propia sombra, pero destruyendo a todo lo que no se cobija en ella.
El círculo de fuego crece con los días. ¿Tendremos la fortuna de que se complete antes de que acabe con el país y tengamos el alivio de verlo clavándose su propio aguijón? No importa que haya décadas por delante para recomponer el Estado que deja desbaratado, pero que se vaya, aunque le vaya bien.