La liberación de las secuestradas ha sido una fuente de aire fresco para todos los cronistas utópicos, alegra leer todas las nuevas propuestas que están surgiendo por estos días. Por ejemplo, la de mi colega Hugo me sorprendió en la tina, justo cuando pensaba que qué triste que el conflicto en Colombia no conozca la tregua de un domingo. Una propuesta para humanizar en algo la lucha fanática de las FARC sería acordar que no se pelea los domingos. Sería un primer paso para relacionarse con un día de paz. Sugeriría también que don Pedro Marín tome un baño en aguas termales de al menos dos horas, para que se relaje un poco y cambie la perspectiva sobre el conflicto. Sería también la oportunidad para que los jóvenes que se preparan como recreacionistas en el SENA tengan un papel más activo en la realidad colombiana.
Una de las reglas de oro del pensamiento utópico es el olvido de los límites: todo es posible. En ese sentido, la propuesta de Hugo es audaz: “Países del mundo: saquen a las FARC y al ELN de las listas de organizaciones terroristas”. Es una propuesta tan válida como “Países del mundo: por favor legalicen el tráfico y consumo de cocaína”. Son globitos con los que uno se puede entretener de maravilla mientras disfruta de un baño de burbujas. Después de una jornada laboral intensa, exclamo: “Países del mundo: por favor bajen el horario de trabajo a 30 horas por semana. Sería una solución al desempleo también”; se lanzan burbujas de esta manera hasta que el agua caliente termina por relajar los músculos y la mente se despeja. Claro, el problema es cuando un colega trabaja como Presidente de una nación porque el pensamiento utópico trae ese riesgo: el delirio puede llevar a la pérdida total de contacto con la realidad y ahí es cuando no es recomendable lanzar globitos utópicos a pesar de que se tengan las mejores intenciones. Dice Hugo desde Guatemala:
Lo que ando es elaborando propuestas, ideas fundamentadas en la creatividad y la buena fe para abrir el camino hacia la paz en Colombia [… Hace 20 años estuve] por Guatemala, y había una guerra muy dura. Hoy Guatemala goza de paz.. ¿Por qué si eso ocurrió aquí, no puede hacerse en Colombia?
Obviamente Hugo no ha visto las fotos del Abu Ghraib de las FARC. Algunas postales que trajeron las secuestradas:
Lucy Géchem, hija del ex congresista Luis Eduardo Géchem, contó que su papá les pide no dejarlo morir en la selva y que intercedan para que lo trasladen a un hospital en Cuba, “así sea como prisionero de guerra”, debido a los serios quebrantos de salud. Les cuenta que tiene problemas en el corazón, en la columna y gástricos.[…]
María del Carmen Rodríguez, madre del capitán William Donato, no quiso revelar el contenido de las cartas. Pero contó que su hijo está fuerte y que se va a poner una coraza para afrontar lo que viene. “Lo que más me duele es la cadena que tiene y un candado grande sobre el cuello”, dijo. […]
Pero Jara no es el único que se interesa por el fútbol. Otros uniformados como el coronel Luis Mendieta, cuentan en sus cartas que escuchan las transmisiones de los partidos, pero cuando los guerrilleros están de malas pulgas, ni siquiera les dejan celebrar un gol. […]
Johana dijo que mandó tres fotos: una en la que está todo el grupo de secuestrados con cadenas en el cuello, y en las otras dos está de pie. Se le ve triste, demacrado y con la mirada un poco perdida. […]
En sus cartas, todos insisten en la necesidad de buscar el intercambio humanitario como una alternativa para no “pudrirse en la selva”. Y ven la liberación de Clara y Consuelo como una luz viva de esperanza para regresar pronto.
Entonces, Hugo, resulta que cuando un grupo armado realiza actividades terroristas, de lesa humanidad, no se le puede quitar ese estatus. No es un problema de semántica sino de negación de la realidad, y aquí es cuando sucumben las propuestas utópicas. Otra historia habría sido que Hugo les pidiera a las FARC que por favor le ayuden en su propuesta utópica liberando a todos los secuestrados que tiene. Porque en este momento la realidad es esa: las FARC no dejan otro camino que la lucha armada contra ellas. ¿O no? La belleza del pensamiento utópico está también en el factor sorpresa. Justo en este instante aparece Uribe diciendo:
En el momento en que las FARC hagan demostraciones de buena fe, que quieran negociar la paz, el Gobierno está dispuesto a concederles todos los beneficios dentro de la Constitución, a facilitar ese proceso de paz… Y en el momento en que avance la paz con las FARC, el gobierno de Colombia sería el primero que dejaría de llamarlo terrorista y el primero que le pediría al mundo que como contribución a la paz no se les llame más terroristas.
En términos estructurales, felicito a Uribe por esta propuesta utópica: sensata, optimista y viable. Desafortunadamente, ya sabemos la respuesta de las FARC: “Primero nos quitan el estatus de terroristas, luego nos dan territorio y ahí sí podemos empezar a negociar”.
El pensamiento utópico depende también del contexto: no son lo mismo un globito que se lanza desde la tina por un cronista utópico desocupado un lunes en la noche, los globitos que lanzan estudiantes expertos que poco conocen los rigores del mundo laboral, los que siguen lanzando los mamertos nostálgicos cuando nos recuerdan con irritante insistencia el origen de las FARC, que los globitos que lanzan las FARC mismas: ya hay un registro de las acciones, ya se sabe a qué (y qué no) se pueden comprometer. Después del desastre de la Zona de Distensión, las FARC primero tienen que dar unos pasitos necesarios (como cerrar su Abu Ghraib ambulante con secuestrados en cadenas) para después si lanzarnos globitos utópicos.
Tiempo de salir de la tina y dejar que esta burbujita de reflexiones sobre el oficio de cronista utópico estalle en mil partículas multicolores en el espacio real.