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Columnas

Las voces de equinoXio

Violencia mafiosa y ultraderecha en Japón

Ciudadano del mundo > Columnas Por: Julián Ortega Martínez

27 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

Itchō Itō, alcalde de Nagasaki
Itchō Itō, alcalde de Nagasaki, asesinado por un yakuza (Foto: Alcaldía de Nagasaki)

Conmoción causó el asesinato de Itchō Itō, alcalde de la ciudad de Nagasaki, quien fue abatido a tiros la noche del 17 de abril por Tetsuya Shiroo, un miembro de la rama local del casi centenario clan Yamaguchi, uno de los mayores grupos de la mafia yakuza. Itō, quien moriría a causa de las heridas la madrugada del 18, se postulaba para un cuarto periodo como alcalde para las elecciones que se realizaron cinco días después. El 20 de abril, con un amplio y circense cubrimiento por parte de los medios, un enfrentamiento entre mafiosos al oeste de Tokio terminó con la muerte de una persona y el arresto del asesino, ambos de la misma pandilla, tras refugiarse el último en su apartamento por cerca de 15 horas.

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En el mundo a cada rato

Columnas > Nota con fusa Por: Bailarina

26 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 11:26 COT

En el mundo a cada rato

Luego de sentirme como un guiñapo, totalmente destrozada y menguada, después de 2 robos en menos de ocho días el valor volvió a mí, la alegría y las ganas de seguir viviendo, después de ver esta película llamada En el mundo a cada rato, al darme cuenta de que lo que perdí al final es recuperable; y si no lo es puedo seguir viviendo mi vida de manera natural porque al menos tengo lo básico y necesario para vivir. Tengo un techo, comida, estudio, amigos que me quieren una madre que me apoya incondicional e incansablemente y además soy muy feliz y afortunada.

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Mario, el conquistador

Columnas > Cultura Por: Carlos Uribe de los Ríos

24 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 11:25 COT

Mario Escobar

¿Quién es este escritor? ¿Quién lo conoce? ¿De dónde salió? Fueron las primeras preguntas del jurado que, en 1979, estaba encargado de fallar el Premio Nacional de Novela ‘Vivencias’, en Cali. Ninguno tenía idea de quién era un tal Mario Escobar Velásquez, hasta entonces sin nombre, desconocido en la literatura colombiana, que los había subyugado con una novela sorprendente.

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Sistemático, automático, traumático

Columnas > Una mente vulgar Por: DieGoth

24 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 2:17 COT

No es difícil hacer un seguimiento durante los últimos años a todos los encontronazos que el presidente Uribe ha tenido con algunos de sus más tenaces contradictores como Piedad Córdoba, Gustavo Petro, Jorge Robledo o Carlos Gaviria, observando una secuencia de hechos que suelen presentarse a continuación de manera repetitiva o sistemática. Yo diría que también automática.

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Bobik

Ciencia y conciencia > Columnas Por: Thilo Hanisch Luque

23 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

(Esta columna aparecerá de aquí en adelante todos los lunes)

Era el 15 de septiembre del año de 1951. Bobik no salía de su asombro. De ser un indigente y renegado, al que nadie quería, de la noche a la mañana pasó a ser el consentido de un grupo de individuos como él. Aunque tener las comidas del día aseguradas, y un lugar caliente para dormir no le venía nada mal -especialmente en esta época del año-, su olfato le indicaba que algo andaba mal. Su forma de entender las cosas no era nada prosaica, teniendo en cuenta que Bobik era un perro vagabundo. Un perro canchoso y pulgoso, que más tardar para el día de mañana, se sumaría a la naciente lista de héroes de la Unión Soviética.

Hace unos días no tenía ni idea de quién es el héroe canino Bobik, pero sí había escuchado el nombre de Laika, el primer ser vivo que orbitó la tierra en una nave espacial. Pero eso sucedió el 3 de noviembre de 1957, y Laika no fue el primer animal enviado al espacio, sino el primero que llegó vivo hasta la órbita espacial. Por algún tipo de convención humana, al parecer el espacio “exterior” inicia en las regiones planetarias donde es posible orbitar, o cuando ya no hay un ningún tipo de atmósfera. Antes de esta mítica perra, sin embargo, otros perros rusos murieron en sendos cohetes espaciales suborbitales.

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De las islas Galápagos y las voluntades políticas

Columnas > Eco-grafías Por: Germán A. Quimbayo

21 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

¿Quién no ha oído por lo menos una vez acerca de las Islas Galápagos? ¿Quién no las ha asociado con Charles Darwin? Este archipiélago ecuatoriano constituido por un centenar de islas, islotes y rocas, fue uno de los principales referentes para que Darwin postulara su Teoría de la Evolución a partir de la selección natural (concepto emitido en conjunto con el ingratamente olvidado Alfred Russel Wallace), debido a las características especiales de la fauna de este archipiélago. Para la muestra un botón: el caso de los “Pinzones de Darwin”, que lo inspiró para comprender la adaptabilidad de las especies a su entorno.

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1851, folletín de cabo roto: la novela de la historia

Columnas > Las torres de Tanelorn Por: Beto Agudelo

20 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 13:19 COT

(Artículo de Adalberto Agudelo Duque, invitado por Mornatur Arquénoro)

Portada del libro

"Amable lector: so pena de caer en las maliciosas erudiciones propias de la época permítame explicar el teatro de los acontecimientos que sirven de numen a la brillante cabeza de Octavio Escobar Giraldo: 1.851, Folletín de cabo roto promete ser un hito importante en la narrativa colombiana. Primero porque es una auténtica novela de historia y segundo porque es  técnicamente perfecta. Octavio Escobar asumió como suyo el aforisma de que las mejores novelas de historia se escriben cien años después de cien años cuando es posible reunir documentos, leyendas y tradiciones familiares para entender los acontecimientos que marcan las rutas de una región, incluso de un país. Nada es azar o contingencia. Todo es origen y destino, principio y fin. Por eso, La Historia es una cadena de historietas que solo tienen sentido si se arma eslabón por eslabón para entenderla. El acierto del título, 1851, es que relieva una verdad poco conocida y menos que poco difundida: los trabajos de Bolívar y el séquito de traidores a su causa hicieron crisis este año. José Hilario López y el partido que lo llevó al poder son conscientes de que la anhelada y batallada independencia fue un espejismo. Las tierras son aún propiedad de españoles o de concesiones de reyes y virreyes; la educación sigue en poder de jesuitas, franciscanos y dominicos y por consiguiente el poder real lo ejercen generales y coroneles aliados con la iglesia. El mismo ejército patriota había luchado contra otro ejército realista que de tales no tuvieron sino el nombre. Mercenarios los unos y los otros quedaron sin trabajo el 7 de agosto de 1819. Hermanos los unos de los otros notaron pronto que no tenían nada: tierra, identidad, principios eran privilegios de aquellos por quienes lucharon o a quienes combatieron. Sin más armas que las manos y sin más sueños que los amplios horizontes de tierras baldías se dispersaron a lo largo y ancho del territorio para reclamar por el trabajo lo que los dueños abandonaron secularmente por desidia. Aunque es así en toda la federación, el Sur de Antioquia es el lugar narrativo, en esta obra de Escobar Giraldo, donde estalla el conflicto entre los campesinos y los amos de la tierra.

No se trataría aquí de una novela de colonización. La colonización ya está en marcha, casi hecha: abras, rastrojos y cultivos; caminos, rutas y puentes; fondas, caseríos y parroquias aparecen sustanciados en mapas y memorias. El problema es darles nombres, batallar por su reconocimiento, amurallarlos, defenderlos, amarlos. Es, en cambio sí, una extraordinaria obra de la violencia y la guerra. La banda de hampones que organiza y arma Elías González instaura un régimen de terror mucho mas efectivo que hoy: asaltan caminos, asesinan finqueros; matan perros, gallinas, vacas, caballos; incendian cultivos y ranchos. No importan mujeres en embarazo, niños de pecho, ancianos desvalidos. ¿Qué defienden los Gonzalez, Salazar y Cía.? Una herencia de dudosa legitimidad, una concesión otorgada por cédula real a un tal José María Aranzazu quien nunca supo qué tenía, un globo inmenso de terreno que no conoció siquiera de lejos. Tantos crímenes, tamañas tropelías “se resuelven” en 1848 con un decreto de Mosquera: “…la tierra es para el que la trabaja hasta una extensión de sesenta fanegadas…” José Hilario López la amplía tres años más tarde: “… la tierra es para el que la trabaja hasta una extensión de doce fanegadas si está en la orilla de los caminos…” Por supuesto los terratenientes se rebelan, arman batallones y declaran la guerra. Lo paradójico es que el Sur de Antioquia, beneficiario de estas leyes, hace causa común con los rebeldes y presenta batalla el siete de septiembre de 1851 en las vecindades de Abejorral lugar propicio para el desenlace que el autor planea.

Estos acontecimientos desatan la historia de Juan Escobar, especie de caballero andante, minero, buscador de oro y de problemas que trasiega los caminos entre Abejorral y Neira, Salamina y Medellín. Manizales y Marmato son apenas referencias obligadas. Eulalia, su mula, no traspasa las orillas del Cauca o el Guacaica por razones que el novelista ni explica ni sugiere amarrado tal  vez por cierta forma hipotextual que remite al capítulo octavo de El Quijote.

Ahora, queridísimo amigo, deseo concentrarme en uno de los temas más fascinantes de la literatura como lo es el de las técnicas, recursos y herramientas de que se valen los escritores para sus producciones: lo primero que salta a la vista es el universo narrativo: 1851 es igual a 1951 con su estigma de pájaros, chulavitas y terror. Podría ser también 2007 como para demostrar que el conflicto es de tierras, injusticia social y desplazamientos. El Sur de Antioquia es el país y Salamina la capital.  Del centenar de libros leídos, Escobar ha logrado armar un espacio, ha entendido la leyenda de la colonización, ha percibido la perversidad de La Historia en su mentira política. Pero también encuentra un problema. Y bien grande: ¿cómo contar los avatares de Juan Escobar sin caer en los lugares comunes del héroe y el mártir? ¿Qué  decir de los eventos sin caer en calificaciones maniqueas que estigmatizan lo rojo, azul o ateo? ¿Cómo eludir los costumbrismos sonsonetudos y desabridos? Y entonces, lector inteligente y memorioso, recuerda que el folletín es el medio más eficaz para la publicación de narrativa precisamente en la época que lo ocupa.

A finales del siglo XIX y principios del XX no  hay editoriales interesadas en novela o cuento. Son los periódicos de grandes tirajes las empresas que impulsan el género. Contratan, léase encadenan, a los escritores de renombre para que produzcan largas zagas publicables por entregas. En doce meses, entregas, Octavio Escobar cuenta docientos años -o trescientos- de la historia que arranca en 1754 con la Concesión Aranzazu. Y entonces el folletín plantea otros retos: debe mantener el interés, los argumentos crecerán en tensión y velocidad y, cada mes, cada semana, hará un resumen juicioso y condimentado en el desarrollo de los temas. Se valdrá de preguntas que conciten la curiosidad. Propondrá acertijos para que los consumidores participen en la escritura, sugieran desenlaces,  alternativas o tomen partido por tal o cual personaje. Esto exige de los autores un contacto nada usual con los lectores: resumen, anuncian, explican, glosan, hacen del lector un compinche al que guían, página a página, por los vericuetos de la narración. Aun los horóscopos cumplen una doble función en este Folletín de cabo roto que nos regala Octavio: sugieren el diseño editorial y eximen al autor de retratos y semblanzas etopéyicas.

Concebida como una revista de variedades, Escobar se regodea en la novela con glosarios, apuntes de medicina tradicional, dichos y refranes, fórmulas, explicaciones toponímicas, zoonímicas y topográficas. Y va más allá: la transcripción de documentos auténticos nos dice, caro lector, que la novela no es creación pura sino pura historia, no está inventando nada. El thriller romántico es solo un pretexto. Aquí La Historia se hace novela por la imaginación pero la novela gana en verosimilitud por La Historia. La Historia se hace carne en Juan Escobar pero Juan Escobar es real en La Historia porque no es héroe, ni mártir, ni villano. Ni siquiera notable. No pasó a la memoria colectiva por hechos extraordinarios. Es del pueblo. Común y corriente. Un veedor de acontecimientos que busca a su padre en las vueltas y revueltas tormentosas de caminos y eventos. Novela de aventuras a Juan Escobar no le falta sino su séquito de rufianes y filibusteros para buscar algún tesoro marcado en el mapa Parsons. Guión para película policíaca plantea un principio y deja un final abierto, cabo roto del folletín, para el estudio de sociólogos y politólogos. Novela de vaqueros, el conflicto personaje-antagonista lo resuelve la ley del Guacaica en un duelo en el cual a falta de pistolas buenos son machetes.

Y, por supuesto, usted, lector acucioso, se preguntará si el universo narrativo se compone solo de lugar, tiempo y evento. En este caso y en este orden de ideas, Sur de Antioquia, doscientos años y dificultades de los moradores del entorno que nos ocupa. Claro que no.  Las narrativas las actúan los hombres, los personajes. 1851, Folletín de cabo roto nos depara otra sorpresa: en la búsqueda deliberada de la universalidad, Octavio había optado por nombres extraños al medio que aquí resuelve con la enseñanza de los grandes maestros: la universalidad se encuentra en el patio de la casa. Tony Flowers, Mónica Pont, Saide, Lilyan P. Rivers se transforman en Juan Escobar, Serafina, Pablo Arango, Las Duque, nombres y apellidos tan familiares que la novela parece entresacada de un álbum de fotografías, idea que se refuerza con el acierto de la carátula: Juan Escobar, atuendado al mejor estilo dominguero del campesino medio, mira de soslayo y nerviosamente la lente de la cámara. Se ve fuerte y agraciado, bien dotado  para las faenas del campo y de la cama y aunque la lectura superficial de la cubierta prometiera otra historieta costumbrista, no es así. Octavio Escobar utiliza una argucia inteligente y eficaz: transcribe el juego de la pijaraña no como juego jugado sino como juego de oídas: el personaje oye un coro de niños que canta y desarrolla la charada porque la necesita al final para atar los cabos rotos del folletín con una variable que denuncia lo infantil de la guerra y anticipa el agotamiento narrativo.

Hay además otra faceta. Usted, compinche amigo que me lee, y yo, estamos seguros de que el autor sonreirá si mencionamos a Marcial La Fuente Estefanía, Keith Luger o Clark Carrados. Los romances de caubois nos enseñaron una fórmula infalible para contar historias: un forastero arriba a un pueblo polvoriento perdido en el lejano sur o en el lejano oeste. Su primer contacto con los habitantes será un enfrentamiento a puño o pistola en el bar, la casa de las bailarinas o el casino. Será testigo del poder de las bandas de hampones protegidos por un senador, un hacendado, un candidato a alguacil o el alguacil mismo. Al margen de los hechos, no tomará partido si no se meten con él pero la historieta ganará su clímax si el forastero se enamora de alguna viuda adinerada que defiende honor  y hacienda de la voracidad y el asedio de los amos del vecindario. El conflicto se resolverá en un duelo a pistola, puño o cuchillo. El forastero siempre gana y se queda con viuda, hacienda y poder. 1851, Folletín de cabo roto está montada sobre esta estructura. Acierto indiscutible, la obra se adoba con otros ingredientes: precisión del lenguaje a veces parco, limitación del entorno y de los personajes, intertextualidad bajo control: no hay acciones innecesarias ni descripciones poéticas. Incluso Juan Escobar puede ser un personaje opaco pero esa opacidad se justifica porque lo importante en la obra no es el carácter épico de los eventos sino la vida cotidiana de los habitantes sujetos a presiones que deben resolver por la ley, la resistencia y el coraje.

1851, Folletín de cabo roto es pues el resultado de una intensa y extensa preparación: algo hay de folletín en Tony Flowers y mucho de guión cinematográfico en Saide. Deudor de Piglia, Adoum y Papini, le funcionan bien el humor negro, el eroticismo, la ironía y hasta cierta excentricidad eruditista. Pero sobre todo, la capacidad para armar el artefacto.


Glosario

Artefacto: m. Aparato, mecanismo. (sinón. V. Máquina.) En literatura, libro armado como un mecanismo, objeto lúdico en el cual es importante el libro como objeto de manipulación y como objeto de lectura. El libro 1851, Folletín de cabo roto, es un personaje en sí mismo. Rayuela, de Cortázar, es uno de mis mejores ejemplos. No me niego a la tentación de nombrar dos de mis títulos: De rumba corrida y Reloj de luna son  artefactos.

Atuendado. Del verbo atuendar, del sustantivo atuendo: m. Vestido, atavío. También aparato, pompa.

Eroticista. No existe en ningún diccionario. Me gusta usarlo como “…aquél que estudia el erotismo, lo erótico…”

Adalberto Agudelo Duque."

¿Está a punto de explotar la burbuja de la blogosfera?

Columnas > Limpia - Mente Por: Markota

20 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

La progresión desquiciada que ha tenido la blogosfera desde el día en que el primer blog saltó a la web, podría estar llegando a su final. Diez años después del 1 de abril de 1997, algunos analistas se atreven a aventurar que este fenomenal crecimiento no sólo está llegando al tope de su tendencia, en el corto plazo, sino que las cifras tienden a dar un viraje de 180 grados; además, que luego de alcanzar la cima, en los próximos meses la blogosfera empezaría a reducirse hasta quedar de la mitad de su tamaño.

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De Frankensteins y creaciones abominables

Columnas > Vinilo Por: Ruby Tuesday

19 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

Hibridación, cruce con resultados musicales defectuosos, esperpentos y frankensteins musicales es lo que es el emo. Tristemente eso es lo que se escucha hoy.

Me cuestioné durante mucho tiempo si hacer o no ésta columna, al final me di cuenta de que el tema es fascinante para mí, no por su inigualable fealdad sino por la trascendencia que tiene hoy en día para los jóvenes el género que acaparó sus oídos y posteriormente su estilo de vida. Reflexioné y pensé en qué es el emo, para qué sirve, cómo se come. Incluso llegué a preguntarme si mi odio contra la sociedad y las instituciones de este país (y de cualquier otro) habían contaminado mi juicio musical y tal vez estaba siendo intransigente, como cualquier crítico musical del mundo. Pero no encontré nada, sólo un sentimiento de apatía e incluso de aversión contra el género.

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Vallenatos de la lengua

Columnas > Pasando revista al vallenato Por: Jaime Medina

15 dAmerica/Bogota Abril dAmerica/Bogota 2007 0:01 COT

Finalizando el mes de marzo se realizaron en Medellín y Cartagena importantes eventos relacionados con la lengua española. Y siguiendo con las celebraciones, el 23 de abril es el Día del Idioma y también del Bibliotecólogo y los bibliotecarios.

Recordé entonces que dos de los miembros de la Academia Colombiana de la Lengua, Juan Gossaín y Daniel Samper Pizano, el 12 de febrero de 2004, cuando ingresaron a esta Corporación, hicieron y leyeron un discurso a cuatro manos, con conjunto vallenato a bordo, donde contaron y cantaron la historia de los juglares vallenatos. El discurso se tituló “El mester de juglaría colombiano” y ellos estuvieron acompañados por los reyes vallenatos Gonzalo Arturo El Cocha Molina y Álvaro Meza.

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