“NACIONAL, VOS TE HAS GANADO EL CARIÑO DE TU HINCHADA, POR LA FORMA DE JUGARSE CON CORAJE Y CON TESÓN, Y TUS HINCHAS SÓLO ESPERAN QUE ESTA VUELTA SERA TUYA Y QUE LLEGUES TRIUNFALMENTE A LA META DE CAMPEÓN”  (TANGO NACIONAL)

La noche del domingo fue una fiesta colectiva en Medellín, Valle de Aburrá y varias ciudades del país. La hinchada más grande del país, la del Atlético Nacional, celebró su novena estrella al terminar un difícil partido con un gran rival como lo fue el Atlético Huila.

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Bueno, ha sido un largo camino para llegar hasta aquí. Yo empecé mi vida profesional como un científico medioambiental. Soy de los Estados Unidos. Viví en el Canadá por un par de años y trabajé en el manejo ambiental con el gobierno canadiense. Yo, al igual que muchos burócratas del gobierno, terminé trabajando en grupos de consultoría. Unos años atrás, cuando se firmó el Protocolo de Kioto, un grupo de corporaciones energéticas acudió a mí y me dijeron: “Debemos responder y vamos a tener que responder a esta crisis energética. ¿Cómo lo haremos?” Y yo les conté la historia de John Martin, un oceanógrafo californiano del Laboratorio Marino de Moss, y de cómo él había descubierto el potencial del fitoplancton del océano y su rol de controlar el dióxido de carbono atmosférico. Palabras de Russ George, científico medioambiental, en entrevista para PLANKTOS.

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Tal vez muchos no lo hicieron, ni siquiera con comerciales o telenovelas. La vaina es que te parás a hacer una mímica lo suficientemente clara como para que los demás puedan adivinar el nombre de una película. Claro, al menos en mi caso, sin la gracia que tiene el personaje de la página que les mando, que seguramente tiene mucho más éxito que yo en estas cosas. En fin, y ante la tardanza de esta columna, nada mejor que algo como para fin de semana.

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Escribo esta columna con amargura. Amargura de ver cómo la izquierda latinoamericana va camino al fracaso en general. Empezando por la izquierda “democrática” de carácter “centrista” como la de Lula y Bachelet; una izquierda que ciertamente tiene respeto por las instituciones y la democracia, pero que en el fondo funciona como una derecha moderada: es decir, fracasa como izquierda porque aunque no parece estar comprometida en una violación sistemática de las libertades de los ciudadanos, no hace nada para combatir los privilegios con que cuenta el establecimiento, en nombre de mantener “el crecimiento económico”, “la confianza de los inversores extranjeros”, “del sector privado” y toda esa retórica que nos han repetido hasta la saciedad y que conocemos tan bien. Pero ese fracaso no es nada comparado con el resto de la izquierda latinoamericana. Un fracaso que parece estar lejos de ser evidente, máxime cuando esa izquierda de corte más radical –la izquierda que encabezan Chávez, Evo, Kirchner y ahora Correa– se encuentra en la “cresta de la ola”, en el cúlmen de su popularidad y de su poder.

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En 1995, el Club Atlético Independiente conquistó la Recopa Suramericana ante el Vélez Sarsfield y se convirtió en el equipo más ganador de torneos internacionales en todo el mundo. Sus seguidores volvieron famoso el apelativo de El Rey de Copas para denominar al club, pues además era el único equipo del mundo que había ganado por lo menos una vez todos los certámenes en los que había participado, y así, con siete Copas Libertadores, dos Intercontinentales, dos Supercopas Suramericanas, tres Interamericanas y una Recopa Suramericana, acumulaba 15 trofeos internacionales en sus vitrinas, superando a equipos europeos tan poderosos como Real Madrid, AC Milan, Juventus y Ajax.

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Shinzō Abe asiste a una demostración sobre biocombustibles, luciendo ropa ligera en vez de saco y corbata (1 de junio de 2007; © Oficina del Primer Ministro del Japón)

Mientras arrecian las críticas por los magros acuerdos a los que llegó el grupo de los 8 países más industrializados del mundo en Heiligendamm, Alemania, cortesía de algunas ONG y de movimientos sociales y ecologistas, Japón se prepara para realizar la cumbre del G-8 del próximo año en el balneario de Toyako, en la norteña isla de Hokkaidō.

Dos semanas antes de la cumbre del presente año, Shinzō Abe presentó al mundo su "propuesta" para reemplazar el fracasado protocolo de Kioto, que será obsoleto en 2012. Bautizándola Utsukushii Hoshi 50 (美しい星50, "Planeta bello 50"; Cool Earth 50 en inglés), Abe propone reducir las emisiones de dióxido de carbono a la mitad de los niveles actuales en el año 2050 y "crear un mecanismo financiero con "sustanciales" fondos nipones para ayudar a los países en desarrollo a cumplir" con dicha reducción. Europa, por su parte, presentó algo idéntico, salvo por la referencia, menos modesta (para ellos): los niveles de 1990. La propuesta aprobada en Heiligendamm, no obstante, no establece dicho año de referencia y se queda corta frente a los problemas que nuestro planeta enfrenta por cuenta del cambio climático.

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Hay cantantes que nunca se olvidan. Esto ocurre en todos los géneros musicales y especialmente en el vallenato, donde muchos de los intérpretes han fallecido de manera trágica, en accidentes de aviación (acordeonista Juan Humberto Rois Zúñiga), de tránsito (compositor Hernando Marín, cantantes Patricia Teherán y Jesús Manuel Estrada, entre otros) o vilmente asesinados (compositor Octavio Daza, cantante Rafael Orozco, por mencionar algunos).

Y es precisamente la muerte de Rafael Orozco una de las que más ha conmocionado al país y a los que hemos seguido parte de la historia del folclor vallenato.  La historia de Rafael Orozco se inicia desde su época de estudiante en el Colegio Nacional Loperena, cuando se destacó en concursos de canto y donde también llegó a participar el mismo Diomedes Díaz, a quien más tarde le grabaría el tema Cariñito de mi vida, acompañado del acordeón de Emilio Oviedo. Continúa cuando en el año 1975 se encuentra con Israel Romero para conformar El Binomio de Oro, donde el ORO proviene de la unión de ORozco y ROmero. Y termina en el año 1992, hace 15 años, cuando se conoció la triste noticia de su muerte.

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En vista de los absurdos comentarios que me indicaban que no debo hablar de lo que no me gusta y que para muchos resulté fascista, amargado e intolerante, decidí comprarme una caja de Prozac. No confío mucho en la naturaleza, por eso no fumo marihuana. Ya lo dijeron los Queens Of The Stone Age: “es mejor vivir a través de la química”. Y Lou Reed, hablando de otra cosa: “no siempre puedes confiar en tu madre”.

He aquí un recuento de las cosas lindas, que me han hecho volver a amar la vida, y que he encontrado gracias a esta maravillosa droga de venta libre y legal.

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Vetos futbolísticos de altura de la FIFA, dizque para “proteger la salud del jugador”. Empezaré por decir que si la oxigenación de nuestros tejidos fuera directamente proporcional a la presión atmosférica, probablemente no habría habitantes en alturas más allá de los 1.000 metros sobre el nivel del mar. Mucho menos ancianos y niños recién nacidos, como los hay en Cuzco, Bogotá, La Paz, Quito o Toluca. Ni que decir de los asmáticos, o quienes padecen una enfermedad respiratoria aguda o crónica, y que compromete de alguna manera su salud.

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Si yo hubiera sido George Orwell, o si hubiera escrito Rebelión en la Granja, lo hubiera hecho en resumen, así:

La granja tenía toda clase de animales. Más bien parecía un zoológico, o tal vez una reserva ecológica. Había cocodrilos, peces, tigres, serpientes, insectos de todo tipo, flamencos, vacas, alces, iguanas, canguros, chimpancés y claro, el infaltable cerdo, que en lugar de dirigir el lugar, soñaba con que un día podría inflarse y volar a la vista de todos.

En un principio no había leyes en la granja. O al menos el orden establecido no estaba escrito, ni había oficinas de burócratas determinando qué animal comía a quién, cuántas veces a la semana ni por qué ni cómo. Todos los animales desde su nacimiento entendían cuál era su lugar y procuraban desempeñar su papel con honra.

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