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Columnas

Las voces de equinoXio

Animales y hombres

Columnas > La política en tacones Por: Pilar Ramírez

30 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 15:06 COT

Los seres humanos mantenemos relaciones extrañas con el resto de los animales. Con el conque de que el hombre es el más inteligente del reino, nos los comemos, los encerramos para observarlos, los ponemos al servicio de nuestra salud cuando sirven como conejillos de indias y los utilizamos para paliar nuestra soledad o para ignorar a otros seres humanos.

En algunos casos se ha creado una relación simbiótica, como con el perro, al grado que se le ha llamado "el mejor amigo del hombre", lo cual no es nada elogioso para los perros, ya que en algunos casos son simplemente el patiño que oculta la dificultad de los seres humanos para comunicarse o para entablar relaciones afectivas con otros de la misma especie. Para muchas personas es más fácil estar acompañadas de un perro que les obedece, que es dócil y que les ama aunque el afecto y el cuidado que les prodiguen sea mínimo.

La costumbre de tener una mascota en casa se ha diversificado. El gusto por tener de compañeros a perros, gatos y aves ha ido más allá y ahora hay quienes gustan de tener monos, distintas especies de lagartos y hasta cerdos, lo cual no sería novedoso sino por el hecho de que estos animales suelen pertenecer a gente famosa, especialmente de la farándula, y vivir no en granjas sino en departamentos de grandes ciudades como Nueva York o Los Ángeles.

Los animales, además de hacer compañía a mucha gente también han sido una veta ampliamente explotada por la industria del entretenimiento, películas y series de televisión cómicas, dramáticas, documentales o de dibujos animados han tenido como protagonistas a animales. Por una razón extraña, cuando esta industria no adquiría todavía las dimensiones actuales había más programas con animales, algunos ya clásicos como Rin Tin Tin y Lassie con perros; Mr. Ed el caballo que hablaba; Daktari donde aparecía la leona Clarence; Maya el elefante; el delfín Flipper o Mi oso y yo.

Hoy, el auge de la comunicación por internet ha modificado concepciones de producción en los materiales audiovisuales; los grandes estudios están realizando series especialmente para este medio. Son programas de menor duración que se distribuyen en canales on line, gratuitos y que pueden ser disfrutados por los internautas en el momento que lo deseen. Uno de ellos es la serie llamada Puppy Love, de Amy B. Harris, la escritora y productora de la exitosísima serie Sex and the city, dedicada a mostrar las distintas caras de la relación entre los humanos y sus mascotas. La serie consta de cuarenta episodios y cada uno de ellos tiene una duración de alrededor de siete minutos.

Las historietas también han dado a conocer mascotas famosas como el perro Milú de Tin Tin, la historieta del belga Hergé; el perro Ideafix del galo Obélix, el personaje más famoso de la serie Las aventuras de Astérix de los franceses Goscinny y Uderzo; el gato Yago mascota favorita de Fantomas en la recreación mexicana del famoso personaje francés y los perros Churchill, Truman y Stalin de Juan Calzonzin, el indígena letrado del cómic mexicano Los Supermachos creado por Eduardo del Río, Rius.

Fuera de la vida de ficción, la elección de la mascota y los nombres que se les imponen también revelan un aspecto de la relación que existe entre los humanos y los animales. Entre la gente de la farándula, los perros pequeños y de apariencia extraña pero elegante son los más codiciados. La vida de comodidad que tienen estos canes la pagan con nombres anodinos y las muchas fotografías que circulan en los medios dedicados a los espectáculos. Nombres como Bit Bit, Lucky, Noelle, El Tesoro o Nancy son los que cargan estos pobres perros.

Es interesante, en cambio, saber que varios escritores prefieren a los gatos. Por ejemplo Octavio Paz, Elena Garro, Emilio Carballido y Carlos Monsiváis; este último, dueño de once gatos cuyo olor hace inocultable su presencia en la casa del escritor en la colonia Portales de la ciudad de México, ha dicho que su predilección por los felinos se debe a que "nunca su domesticidad es absoluta".

Jorge Luis Borges tenía dos gatos llamados Odín, como el dios de la mitología nórdica, y Beppo en honor a un personaje de Lord Byron. Julio Cortazar era dueño de un gato llamado Theodor W. Adorno, en honor del sociólogo alemán de la Escuela de Frankfurt, ambos famosísimos entre la tropa sociológica de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM de mis tiempos estudiantiles: el gato y el sociólogo. El pequeño Andrés Figueroa, que goza de la compañía de un perro amigable en exceso, permitió a sus padres bautizarlo como Chanoc en honor al personaje del cómic mexicano del mismo nombre.

El inquieto músico jalapeño Leonardo Ortiz tuvo dos perros llamados Mambo y Tango; sólo sobrevivió el segundo, lo cual espero no sea un vaticinio para el mambo.

Matrimonios a distancia

Columnas > Limpia - Mente Por: Johanna Pérez Vásquez

28 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 13:56 COT

La primera vez que me plantearon la idea de llevar un matrimonio con cada uno de los cónyuges viviendo en una casa aparte la idea me pareció rarísima, pero poco a poco los ejemplos se fueron multiplicando y comencé a preguntarme si era realmente posible lograr una relación de pareja, permanente y exitosa aún cuando uno de los integrantes está a kilómetros de distancia del otro.

Hay gente que está pudiendo llevar matrimonios mientras cada uno de los implicados vive en una ciudad distinta a la del otro, han llegado a esta situación porque no les ha quedado más remedio, por razones que escapan de su control, por ejemplo: él tiene un gran trabajo en Medellín y ella se gana una beca para estudiar en Atlanta, como no tienen hijos deciden seguir casados pero viviendo en ciudades distintas mientras alguno de los dos puede viajar para volver a estar bajo el mismo techo. Entretanto, se ven con alguna periodicidad acordada entre ambos para que la relación siga desarrollándose.

Esta es sólo una de las historias que he oído acerca de parejas que se embarcan en la aventura de continuar un vínculo sin temerle a que la distancia deteriore lo suficiente el sentimiento hasta el punto de disolver la unión.

En el mundo contemporáneo es muy frecuente que las personas tengamos objetivos profesionales bien definidos y – gracias a las generaciones que nos precedieron – que busquemos todos los medios necesarios para llegar a ellos, incluyendo viajes, postgrados, trabajos, pasantías, etcétera. En ese proceso debemos conciliar nuestros deseos emocionales, personales, espirituales con los laborales para hallar el equilibrio que llamamos felicidad. Este asunto ha sido siempre complejo, pero ahora, dada la gran cantidad de alternativas que hay a nuestro alrededor se hace mucho más complicado que antes.

Hace unos 50, 60 años las profesiones más reconocidas eran pocas y mucha gente deseaba dedicarse a una de ellas simplemente porque no conocía más, pero al pasar a vivir en un mundo más conectado entre sí no es extraño que un niño que vive muy lejos del mar sueñe con salvar ballenas en el Océano Pacífico o que una niña citadina se imagine a sí misma mejorando las técnicas para reproducir ovejas más eficientemente.

Así mismo las expectativas que tenemos de la persona con la que queremos estar permanentemente han evolucionado, para los hombres ya no es suficiente una mujer que sepa llevar una casa sino que quieren a alguien similar en cuanto a lo laboral, alguien con quien puedan compartir además de gustos, aficiones y planes, un estilo de vida y los gastos que conlleva mantener una casa (acá estoy dejando por fuera a quienes desean a una trophy wife obviamente). Las mujeres a su vez desean un hombre que sepa moverse entre sus responsabilidades profesionales y las tareas domésticas, muchas quieren ser madres por lo que desean una pareja competente en el cuidado de los niños.
En general cada día queremos más.

Es cierto que los prejuicios siguen vigentes, sobretodo en aquellos que tienen una visión estrecha del mundo, pero quienes hemos tenido la fortuna de abrir los ojos, amplios, grandes a todo lo que el planeta y la sociedad pueden ofrecernos, nos arriesgamos a soñar con escenarios diversos, quizá insólitos para quienes nos rodean y con ese mismo valor creemos que es posible llevar una relación de pareja estable al tiempo que hacemos realidad nuestros más preciados proyectos.

Estos personajes que se han lanzado a vivir una relación a distancia tomaron la decisión de vivir tanto el amor de pareja como la pasión profesional, decidieron que no querían la felicidad por partes sino que la querían toda y que la querían ahora, por esto encuentro su coraje admirable, yo misma me he encontrado a veces pensando en sacrificar algún aspecto de mi vida por darle espacio a otro, tal vez porque no he sido lo suficientemente creativa, valiente o inteligente para lograr armonía entre lo que el corazón quiere y la cabeza proyecta.

No, todavía no he tenido la fortuna de tener una relación así, permanente, no me interesa que haya un cura de por medio, para mí el matrimonio depende del compromiso de las partes que lo conforman. Nunca antes he vivido con mi pareja mientras estamos convencidos de que queremos estar juntos el resto de nuestras vidas, no lo he hecho ni bajo el mismo techo ni bajo techos distintos, pero quiero creer que así como esas parejas, de las que sé están logrando la felicidad completa, aunque bajo esquemas exóticos para nuestros ojos etnocéntricos y obsoletos, yo también podré algún día tener acceso a ese éxito y a esa felicidad completa.

Finalmente no se trata de si se está lejos o de si está cerca, se trata de querer construir en pareja, aunque sea por etapas, por momentos, porque así lo decidió la vida. Una vez encontrada la persona con la que se quiere seguir una gran parte del camino no hay razón para dejarla porque la distancia se interpuso entre los dos, es mejor llegar a un acuerdo para celebrar el encuentro de ese ser humano que resultó ser tan compatible con nosotros, esa persona que en este mar de individuos nos hizo creer que había un futuro posible, que nos recordó que no estamos solos, muy probablemente la constancia ganará cercanía y permitirá que más tarde el espacio se reduzca y se pueda disfrutar de la compañía del otro tanto como sea posible, pero viviendo bajo un mismo techo.

Bala y explosiones en Buenos Aires

Columnas > Life in the Picture Motion Por: Diana Luque Lavado

27 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 19:00 COT


Tráiler de Sultanes del Sur

La crítica más fuerte que siempre les hago a todos mis alumnos, que sé que mis colegas le hacen a los suyos, y que a mí me hicieron cuando era estudiante, es que jamás veíamos el cine suficiente. Obviamente el reproche iba mucho más dirigido hacía el poco conocimiento del cine latinoamericano, pero yo sigo pensando algo muy similar a lo que pensaba en aquella época: no me parece para nada atractivo ir a ver una película latinoamericana.

Evidentemente, no hablamos de competir contra el cine del resto del mundo, mucho menos el de cartelera comercial, ya que pensar en una competencia directa, en realidad, es muy difícil: una película de bala y explosiones hecha en América Latina daría risa. El asunto va a que sí es importante estar pendiente de lo que se hace, pues las apariencias engañan y pueden surgir películas que están en el intermedio de ambas líneas. Hablo de la maravillosa Sultanes del Sur, dirigida por Alejandro Lozano.

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Los colombianos en la Copa Libertadores 2009

Columnas > Con los taches arriba Por: Rafa XIII

25 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 22:31 COT

Ha terminado la tortura de algo más de un mes, en la que los sábados y domingos fueron insufribles para aquellos aficionados sin torneo colombiano y sin acceso a ningún sistema de televisión que les proporcionara su dosis semanal de fútbol de otros países o de partidos amistosos. Esta semana arranca la edición número 50 de la Copa Libertadores de América y los tres representantes colombianos, América, Medellín y Chicó, inician su participación.

Intentan prohibir los besos públicos en Guanajuato

Columnas > La política en tacones Por: Pilar Ramírez

22 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 19:29 COT

Hace pocos meses, vimos cerca de nuestra casa a una pareja de adolescentes trenzada en un beso impetuoso. Rafael anotó divertido, pero sin esconder cierta envidia por esa energía que, a querer o no, merman los años: "¿qué le sucederá a esa muchacha?, debe ser algo grave porque están teniendo que darle respiración de boca a boca". Desde entonces, cada cierto tiempo vemos a los jóvenes en el mismo lugar y dedicados a las mismas lides.

Esa imagen, que se repite en muchas calles, parques y jardines, y que –por humana– forma parte de la vida de casi cualquier lugar estuvo a punto de ser borrada de la ciudad de Guanajuato por el bando municipal que prohibía, entre otras cosas, los besos apasionados y las groserías, con multas que alcanzaban hasta mil 500 pesos y/o 36 horas de arresto.

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Entre mujeres… en la India

Columnas > Libreta de Notas Por: carobotero

21 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 6:25 COT

Con mucha emoción recibí una invitación para participar en un taller sobre propiedad intelectual en la ciudad de Trivandrum al sur de la India, digo emoción pues no solamente lo interpreté como un reconocimiento a mi trabajo sino por la oportunidad de experimentar un verdadero cambio cultural. No viajé a una gran ciudad de las que todos hemos oído hablar (Bombay. Calcuta o Delhi) a cambio de eso, aterricé en la capital de Kerala, un sitio interesante de playas y palmeras. Llegué al estado más al sur de India, un lugar de turismo durante el invierno del norte pues es una zona septentrional con agradable clima al final del año y aunque su sistema político/económico no es comunista el gobierno lo es desde hace ya mucho tiempo… ¡un lugar interesante!

Aunque habría mucho para contar sobre el viaje y lo que aprendí sobre propiedad intelectual y cultura durante los talleres de CopySouth, sobre la gente que conocí y reconocí trabajando todo el día varios días… lamento descepcionar a algunos pero lo que he pensado es que quisiera compartir con ustedes una experiencia en concreto que tiene que ver con una mirada de género, con algunas de las anécdotas que viví como mujer y que me permitieron ver un par de sus momentos cotidianos.

Mi primera sensación al caminar las calles de Trivandrum y tomar los buses fue una constante mirada de reproche proveniente de las mujeres. A pesar del esfuerzo que hice por elegir de mi ropero aquello que creía estaría ajustado a los estándares culturales pronto descubrí que podía haberlo hecho mucho mejor. Aunque dicen que es una región turística en esa época del año supongo que debido a lo barato del lugar son pocos los turistas que usan el transporte público local y prefieren los taxis y “rickshaws”, por lo que su mirada de curiosidad/reprobación se concentraba en mí. Sin embargo, pronto descubrí como esta sensación de separación o barrera cultural se elevada totalmente cuando yo entraba en sus terrenos (exclusivamente femeninos), como si la ausencia de hombres y mi voluntad de aceptar un ambiente cultural diverso y permitir que ellas me guiarán rompiera de repente la barrera del vestuario, del cabello corto, de no “verme” como las demás, como si aceptar ser guiada fuera suficiente para que solo se viera que era una mujer más, aunque vistiera raro (y eso que tengo ojos, piel y cabello oscuro…),.

La primera vez que sucedió esto fue en uno de los viajes en tren. Como siempre después de comprar el tiquete (aunque me advirtieron que no tenía que hacerlo, “simplemente móntate y ya está, nadie lo compra y nadie lo pide”) me acerqué a confirmar que estuviera en la plataforma correcta y en alguna posición en la que no pudiera perder el tren que quería tomar. La señora elegida para mi pregunta asintió con la cabeza en respuesta y me sonrió (aunque nuevamente me miró de arriba abajo con mirada reprobatoria a pesar de que a 30 grados yo usaba pantalón, camiseta sisa y blusa de modo que entre las dos cubrieran lo máximo el escote y mis brazos). Después de unos minutos de estar allí la señora se levantó y me hizo gestos de que el tren se acercaba y que me alistara, eso hice y me aproximé al borde de la plataforma para tomarlo…, unos segundos después sentí como si alguien me llamará al mirar a un lado vi a mi señora a unos pasos indicándome con la mano que la siguiera. Caminamos casi hasta el final de la plataforma y ella me señaló entre gestos, sonrisas y poco inglés que si viajaba sola era mejor tomar “the ladies wagon” (el vagón de mujeres). Cuando llegó el tren en cuestión de segundos me vi envuelta en un torbellino de mujeres, colores, olores y empujones, fui elevada un par de escalones y sumergida en un vagón desde donde justo cuando entraba al compartimento de sillas una mano me jaló y obligó a permanecer en el pasillo “too crowd” (muy lleno) dijo mi señora con una sonrisa, indicándome que era mejor este puesto.

Todas empujan por encontrar un espacio, los sitios dispuestos para el equipaje en la parte de encima de las sillas se van ocupando por paquetes, maletas, personas, etc., todas se empujan, cuando el tren de repente arranca y cada quien parece encontrar su sitio en pocos segundos. En esos segundos que siguen las mujeres se terminan de acomodar y yo soy “ubicada” en un lugar cerca de la puerta con ademanes que me indican que allí puedo respirar mejor (y una sonrisa, claro). Veo que una mujer en la puerta se sienta al borde y pienso “si ella lo hace no debe ser tan peligroso” así que le pregunto si la puedo acompañar y me siento a recibir el viento de frente y dejar mis pies colgando mientras pienso “ahora sí estoy en un tren indio, esto si es de verdad” (no puedo quitar de mi cabeza las imágenes de racimos humanos y hombres en los techos). Estaba acomodándome cuando siento un golpe de algo húmedo en mis piernas, mi compañera sonríe y también se sacude su sari del líquido, le preguntó “¿qué es?, y ella responde “agua”, “uf, menos mal no es café caliente” digo con una sonrisa y ella se ríe con ganas, hemos roto el hielo.

El trayecto del tren continuó con una fluida conversación que ella dirigía pues quería saber mucho de mí y no daba tiempo para preguntar sobre ella, Una a otra se sucedían las preguntas: ¿de dónde venía?, ¿Por qué había ido a Trivandrum?, ¿Cómo lo encontraba?, ¿Qué pensaba del paisaje?, y luego empezar a opinar sobre mis planes de viaje mochilero, las señoras detrás de mi intervenían de vez en cuando para dar sus opiniones, me despojaron de mi morral (entiendo que parecía muy incómodo así que decidieron ubicarlo en otro lugar y yo no conseguí oponerme lo suficiente, creo que debí dejar la impresión de tener un tic nervioso pues cada dos por tres me veía obligada a mirar si estaba aún en el lugar en que habían decidido ubicarlo) y discutieron todas las opciones de rutas y sitios que yo había diseñado para el viaje mientras comentaban sobre nuevas posibilidades y daban sus propias ideas.

El viaje fue muy agradable, lleno de sonrisas y un paisaje que a mi se me antojaba el de una carretera colombiana, si no fuera por las ropas de las personas que se atravesaban en el paisaje, pero sobre todo era la primera vez en una semana que me sentía parte de un grupo (tengo que admitir que la mayor parte del tiempo estuve entre colegas y no fue mucha la oportunidad de “andar por ahí”, pero es a esos momentos a los que me refiero), Cuando llegué a mi destino nos despedimos todas como viejas amigas y la mirada de reproche, si bien no se diluía del todo, era imperceptible.

El último día tenía toda la información necesaria para acudir a un Centro Médico público de medicina Ayurveda en Varkala (una playa turística en la que se ofrecen cursos, terapias, masajes, baños de vapor en “spas” a precio de turista occidental, que sigue siendo muy razonable, pero al lado hay este lugar en donde por US$0,25 los indios tienen una sesión de baños de vapores recetada por un médico de esta especialidad, es un centro público y bastante contrastante con lo que sucede a su alrededor). Antes de las 9am me presenté a hacer fila en el consultorio del médico con las dos toallas sacadas del hotel y dispuesta a ver en que consistía el tal “steam bath” (baño de vapor), las mujeres empezaron a llegar y a hacer fila, todas me miraban con reprobación y sonreian a modo de saludo, ninguna hablaba inglés, todas huíamos del sol y hacíamos fila. Llega el médico quien no habla inglés y se rehusa a hablar conmigo indicando que debería esperar. Llega una doctora, ella me pregunta la causa de mi consulta y yo invento que problemas digestivos, que quería ensayar el remedio con el “steam bath”. Me cobra 5 veces más que a los indios (US$1.25) y me envía al baño.

Mucho más allá de las instalaciones que podrían describirse como decadentes, cuartos dispersos construidos en cemento, sin ventanas para garantizar la circulación del aire en medio de un clima húmedo y caluroso, terreno árido, pocas matas y ninguna señalización, la experiencia que tuve es la de un rito cultural que la gente hace con convicción y que conocen de siempre. Mi sensación fue que compartí un momento cotidiano de un rito que se ha repetido por años y años en el que no importa el lugar sino lo que sucede allí, donde los protagonistas son las personas y forma parte de un rito social, colectivo.

Seguí a las mujeres que salieron del médico antes que yo y entendí que debía ir hasta el final de la sucesión de cuartos, allí estaba el “steam bath” para mujeres. Llegué a una habitación con mucha humedad, grande, en la que sólo se encuentra una caja de madera por la que sale la cara de una mujer, una butaca en la que se sienta la encargada del baño y una puerta que lleva al cuarto de la ducha. Se me indica con gestos que debo quitarme la ropa y envolverme en una de las toallas, veo que el proceso debo hacerlo evitando que el cuerpo quede expuesto a la vista de las demás (sí, no como en un vestier de piscina de los que conocemos por acá). Las mujeres lo hacen todo charlando, yo podía imaginar amenas conversaciones sobre sus familias, sobre las comidas, sobre el clima, sobre todo, sin embargo, era claro que ese día el tema de conversación era yo, yo y lo extraña que era yo. Me concentré en el proceso de desvestirme que no fue fácil pues ellas en lugar de toallas llevan una especie de sábana cilíndrica que permite el acto de vestirse o desvestirse y cubrirse simultáneamente, yo en cambio Steam Bathdebía sustituir mi ropa por una pequeña toalla de hotel… eso parecía justificar nuevamente las miradas curiosas sustituidas por miradas de reproche… seguidas de voces que yo no entendía pero que podía imaginar, al fin y al cabo yo era el tema del día.

Finalmente es mi turno, sale la señora del aparato y soy invitada a entrar con muchos ademanes de advertencia sobre cómo sentarme, sobre no entrar al lugar con mis sandalias, etc., entro, cierran el cajón acomodan la segunda toalla en torno a mi cuello y comienza el tiempo en que debo estar encerrada a merced del vapor y las hierbas. Mis ojos ven a 4 mujeres que me miran y hablan… de mí (claro), de repente todas empiezan a hacer gestos que me indican que debo soltarme la toalla dentro del aparato ese y restregar mi cuerpo con mis manos y con fuerza, imagino que me dicen que debo hacerlo de forma que salgan todas las impurezas, no por nada es un “baño”. Mis tutoras no pueden ver lo que sucede dentro del cajón de madera pero, todas insisten en la mímica, deben ser movimientos fuertes y seguros, sonríen con la seguridad de quien sabe lo que hace y la satisfacción de tener una alumna aplicada. Unos minutos después me tapan la cara con la toalla del cuello y esperamos otro poco, cuando la destapan la encargada me pregunta algo a lo que sin entender digo “ok” y me liberan del cajón (mmm, hubiera aguantado un rato más, pero todo indica que dije que era suficiente), vuelve la mímica, ahora se me informa que debo pasar a la ducha.

En el cuarto de al lado igual o más aústero que el anterior está la ducha, una letrina y un mueble en baldosín, miro todo y decido que puedo darme un duchazo rápido y después en el hotel hacer algo más en serio, sin embargo pronto descubro que ¡no soy yo quien decide!. La mujer que me precedió en el cajón esta terminando su ducha, me sonríe y me da paso para la ducha mientras ella se seca (esta tomando la ducha envuelta en esa sábana tubular). Sigo su ejemplo y procedo a un duchazo rápido con la toallita de hotel cubriéndome, suficiente y salgo.¡NO!, la señora me devuelve a la ducha y me indica nuevamente con gestos que debo continuar el ritual, que, otra vez, se trata de movimientos fuertes y seguros, de restregar mi cuerpo bajo el agua, como si debiera eliminar impurezas, se entiende que eso debe hacerse envuelta. Regreso a la ducha con su mirada (y sonrisa) sobre mi cuello, lo intento sujetando mi pequeña toalla bajo la mirada inquisidora de mi acompañante. Se escucha sobre el sonido del agua la información que mi compañera de baño transmite a las otras mujeres de afuera, ella seca su pelo y con voz de reproche pero amable explica, simultáneamente con mímica, repite una y otra vez lo que debo hacer, ella estaba allí para enseñarle a esta chica que no sabe.

El rito de intentar salir de la ducha se repitió varias veces y siempre fui regresada al agua. En algún punto decidí dejar caer la toalla y concentrarme en el ritual de frotar con fuerza para eliminar impurezas, todo indicaba que solo así podría salir del baño y… fue en ese momento cuando mi guardiana dejó de hacer la interventoría… Salí del baño y nuevamente todas las miradas estaban sobre mí. El problema ahora era mi pelo húmedo, ya me lo había advertido mi guardiana quien mientras yo me bañaba se secaba el pelo con la toalla y mucha fuerza, todas lo discuten y comienza la mímica para explicarme que debo secar mi pelo muy bien. Sonrío y continúo vistiéndome, las ignoro intencionalmente sin poder explicarles que la única de mis dos toallitas que serviría para algo en un secado de pelo sería la que tengo envuelta en el cuerpo (la otra destila agua por todos lados), mientras tanto  intento averiguar ¿cómo lo hacen ellas?, ¿cómo consiguen tener siempre alguna toalla a disposición que no parece una ducha por sí misma?. La sala esta en el máximo nivel de desaprobación todas hablan de lo mal que lo hago, sienten que es imposible que me vista con el cabello mojado, y sólo cuando termino de vestirme y empiezo a secarlo… se siente el descanso, las sonrisas, las miradas y palabras de aprobación. Al final cuando estamos todas listas para salir hay un ambiente de camaradería y siento como si hubiera superado una dura prueba, aunque si lo pienso mejor en general no es otra cosa que un proceso de aprendizaje cultural… ¿cuántas cosas no hemos aprendido solo mirando a los demás, dándonos las instrucciones que necesitamos y de repente la cosa es tan normal para todos que forma parte de nuestra forma de vida y cultura?.

Al final los encuentros en entornos de mujeres fueron para mi la verdadera India que conocí, pues se trata de espacios de su vida cotidiana, no eran escenas turísticas y creo además que fueron encuentros de amigas, una excusa para apoyarme en un proceso de aprendizaje con miradas complices, palabras y sonrisas que son lenguaje común entre nosotras… aprendí mucho, ¡sí señores!.

Nota. Las fotos son mías y están licenciadas con CCBYSA 2,5 Colombia

 

Trinomio cuadrado perfecto

Columnas > Life in the Picture Motion Por: Diana Luque Lavado

20 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 6:32 COT

Tráiler de Vicky Cristina Barcelona

Mis recuerdos del álgebra son mínimos, y eso que me iba bien en el colegio. Lo que recuerdo, además de las notas, es a mi profesor, el insuperable Humberto Zambrano, a quien en ese momento veía como una de las personas más lindas del mundo, pero ahora me doy cuenta de que, con su orden y su amor disciplinado, me formó como persona. Espero que donde esté siga riendo, pues seguramente estará en el paraíso, ya que en el colegio especulábamos sobre su edad: se veía de 50, pero les dio clases a la profesora de biología y a la coordinadora, eso ya nos llevaba a otros cálculos. Si alguien sabe algo de él y su familia le agradecería decirme…

Me desvío. Tuve que buscar exactamente qué es trinomio cuadrado perfecto (a2 + 2ab + b2) cuando un amigo* sugirió brillantemente que ese término le recordaba a Vicky Cristina Barcelona, de Woody Allen. Sigo admitiendo mi ignorancia cuando al ver la definición no recordé absolutamente nada de cómo se aplica dicha fórmula, pero sí pude sonreír al verlo, pues me pareció el sinónimo más adecuado para la película, en muchos sentidos. Este es el cumplimiento de mi promesa de hacer una crónica/crítica —o como quiera que sea esta columna— a cambio de una agradable invitación a ver esta película con los mejores acompañantes que, puedo decir, fueron los mejores.

[sigue…]

Crisis

Columnas > La política en tacones Por: Pilar Ramírez

15 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 17:27 COT

"El que votó esperanzado
sigue del gancho colgado,
y el que votó indiferente,
cree que milagrosamente
se arreglará lo dañado"

Rubén Blades (Maestra vida)

Estamos tan habituados a los problemas económicos propios de un país en desarrollo que expresiones como "cuesta de enero" sea moneda de uso corriente todos los años. No importa cuál sea la situación del país, siempre hay cuesta de enero, ergo, siempre es difícil afrontar los gastos y la carestía de principios de año. A fuerza de usar la expresión ya no sabemos bien a qué se refiere.

[sigue…]

Mitad sorpresa, mitad de lo esperado

Columnas > Life in the Picture Motion Por: Diana Luque Lavado

13 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 16:50 COT

Tráiler de Slumdog Millionaire

Llega la temporada de premiaciones. Muchos la llaman así y dicen que se termina con la entrega del Óscar, pero como me gusta tanto la música también, yo siempre creo que sí, comienza con los Golden Globe Awards (Premios Globo de Oro) mas termina con los Premios MTV Latinoamérica o los European Music Awards, el que le toque de último. Y es precisamente del primero que se tratará este comentario, ya que tuve el placer –y disgusto para otros– de cubrirlos en twitter para equinoXio, y así de paso, ir pensando en qué es lo que voy a colocar a continuación.

¿Por qué me importan tanto los premios? Si bien sé que los premios nunca representarán lo que realmente se hace, porque siempre se quedarán cortos o solamente mostrarán lo que le importa al segmento de la población que elige a los ganadores, muchas veces es la única manera de enterarse de lo que medianamente pasa, así sea solo para criticar. Además, todo el cuento de qué es cine comercial y el ‘cine arte’ es un engaño: el cine es cine y punto. Por eso es que hay que ver todo lo posible…

[sigue…]

El país de los hechizos

Columnas > La política en tacones Por: Pilar Ramírez

10 dAmerica/Bogota Enero dAmerica/Bogota 2009 9:23 COT

En la pasada temporada decembrina, cuando abundaron las bebidas espirituosas para olvidar la ingente crisis mundial, en muchas ciudades se echaron a andar operativos para detectar a los festejadores que además de brindar en exceso, pertenecen al gremio de los que creen firmemente que el alcohol no les impide conducir. La ciudad de Xalapa, en el estado de Veracruz, no fue la excepción y en una noche de posada, un representante de la ley le indicó a Rafael Figueroa que se detuviera en una céntrica avenida, sacó un cartón rígido del tamaño de una libreta de taquigrafía y le pidió al conductor que soplara. En un extremo estaba la boca del conductor y del otro la nariz del agente de tránsito y por el cartón debía transitar el aire que expelía el primero.

[sigue…]

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