Secuestro estilo camorra
BloguiversoPor Lully
lunes 9 de noviembre de 2009 9:55 COT
Autora del Blog: Reflexiones al desnudo
(Este escrito lo recibí via e mail y lo publico en equinoXio como valioso testimonio de lo que está sucediendo en Cuba contra la libre expresión)
"Un testimonio de Yoani Sánchez
Cerca de la calle 23 y justo en la rotonda de la Avenida de los Presidente, fue que vimos llegar en un auto negro —de fabricación china— a tres fornidos desconocidos: “Yoani, móntate en el auto” me dijo uno mientras me aguantaba fuertemente por la muñeca. Los otros dos rodeaban a Claudia Cadelo, Orlando Luis Pardo Lazo y una amiga que nos acompañaba a una marcha contra la violencia. Ironías de la vida, fue una tarde cargada de golpes, gritos y malas palabras la que debió transcurrir como una jornada de paz y concordia. Los mismos “agresores” llamaron a una patrulla que se llevó a mis otras dos acompañantes, Orlando y yo estábamos condenados al auto de matrícula amarilla, al pavoroso terreno de la ilegalidad y la impunidad del Armagedón.
Me negué a subir al brillante Geely y exigimos nos mostraran una identificación o una orden judicial para llevarnos. Claro que no enseñaron ningún papel que probara la legitimidad de nuestro arresto. Los curiosos se agolpaban alrededor y yo gritaba “Auxilio, estos hombres nos quieren secuestrar”, pero ellos pararon a los que querían intervenir con un grito que revelaba todo el trasfondo ideológico de la operación: “No se metan, éstos son unos contrarrevolucionarios”.
Ante nuestra resistencia verbal, tomaron el teléfono y dijeron a alguien que debió ser su jefe: “¿Qué hacemos? No quieren subir al auto”. Imagino que del otro lado la respuesta fue tajante, porque después vino una andanada de golpes, empujones, me cargaron con la cabeza hacia abajo e intentaron colarme en el carro. Me aguanté de la puerta… golpes en los nudillos… alcancé a quitarle un papel que uno de ellos llevaba en el bolsillo y me lo metí en la boca. Otra andanada de golpes para que les devolviera el documento.
Adentro ya estaba Orlando, inmovilizado en una llave de kárate que lo mantenía con la cabeza pegada al piso. Uno puso su rodilla sobre mi pecho y el otro, desde el asiento delantero me daba en la zona de los riñones y me golpeaba la cabeza para que yo abriera la boca y soltara el papel. En un momento, sentí que no saldría nunca de aquel auto. “Hasta aquí llegaste, Yoani”, “Ya se te acabaron las payasadas” dijo el que iba sentado al lado del chófer y que me halaba el cabello. En el asiento de atrás un raro espectáculo transcurría: mis piernas hacia arriba, mi rostro enrojecido por la presión y el cuerpo adolorido, al otro lado estaba Orlando reducido por un profesional de la golpiza. Sólo acerté a agarrarle a éste —a través del pantalón— los testículos, en un acto de desespero. Hundí mis uñas, suponiendo que él iba a seguir aplastando mi pecho hasta el último suspiro. “Mátame ya” le grité, con la última inhalación que me quedaba, el que iba en la parte delantera le advirtió al más joven: “Déjala respirar”.
Escuchaba a Orlando jadear y los golpes seguían cayendo sobre nosotros, calculé abrir la puerta y tirarme, pero no había una manilla para activar desde adentro. Estábamos a merced de ellos y escuchar la voz de Orlando me daba ánimo. Después él me dijo que lo mismo le ocurría con mis entrecortadas palabras… ellas le decían “Yoani sigue viva”. Nos dejaron tirados y adoloridos en una calle de La Timba, una mujer se acercó “¿Qué les ha pasado?”… “Un secuestro”, atiné a decir.
Lloramos abrazados en medio de la acera, pensaba en Teo, por Dios cómo voy a explicarle todos estos morados. Cómo voy a decirle que vive en un país donde ocurre esto, cómo voy a mirarlo y contarle que a su madre, por escribir un blog y poner sus opiniones en kilobytes, la han violentado en plena calle. Cómo describirle la cara despótica de quienes nos montaron a la fuerza en aquel auto, el disfrute que se les notaba al pegarnos, al levantar mi saya y arrastrarme semidesnuda hasta el auto.
Logré ver, no obstante, el grado de sobresalto de nuestros atacantes, el miedo a lo nuevo, a lo que no pueden destruir porque no comprenden, el terror bravucón del que sabe que tiene sus días contados.
Yoani Sánchez
La Habana, 7 de noviembre de 2009"
lunes 9 de noviembre de 2009, 17:45 COT
Apreciada Lully:
Te había mandado un comentario, pero salió publicado como si se hubiera desconfigurado y el resultado fue un texto confuso, así que aquí publico uno nuevo.
Fue una fortuna que Yoani y sus acompañantes hubieran salido físicamente ilesos, salvo las magulladuras que narra en su escrito, porque las heridas sicológicas del maltrato o de cualquier tipo de abuso dejan huellas hondas.
Es difícil imaginar lo que puede significar nacer y crecer en medio de una dictadura. Sin embargo, no hay que ir muy lejos para conocer de cerca lo que significa el peligro de llamar algunas cosas por su nombre… Aquí en Colombia por todas partes hay personas indefensas que quedan encerradas y permanecen agazapadas entre los fuegos de grupos armados ilegales que se visten de distintos colores políticos e ideologías, o que no se visten de nada, y que hablan con el lenguaje del secuestro, la extorsión y las balas.
Un abrazo pensativo.
lunes 9 de noviembre de 2009, 19:23 COT
Lo leí directamente en el blog de Yoani que sigo diariamente. Es la típica reacción de los gobiernos dictatoriales ante la inteligencia. Abrazos.
lunes 9 de noviembre de 2009, 21:26 COT
Apreciada Lully!
voy por el mundo hablando de Libertad y Justicia
por lo tanto este acto me parece totalmente repudiable.
Recibe mis saludos querida Amiga!
Adal
martes 10 de noviembre de 2009, 11:56 COT
¿Eso es ser revolucionario?…¿solo eso?. En cualquier país mas libre esas revolucioneces serían catalogadas como burradas, y todos saben lo que un burro sabe de libertades.
martes 10 de noviembre de 2009, 12:34 COT
Es un acto que no podemos avalar pero que, al igual que sucede en Colombia, se cometen todo tipo de actos negativos. Así que no es porque sea capitalista o comunista, el asunto sentar presedentes en defensa de nuestros propios derechos.
Un abrazo para tí Markota, para tí Fernando, para tí Adal y para tí Carlos, lqm!
martes 10 de noviembre de 2009, 22:06 COT
Ese es el problema de las dictaduras, vengan de donde vengan (de derecha, de izquierda o ultraderecha) siempre se cometen abusos por el poder ostentado. No hay nada como la libertad.
Abrazo y saludo, renovando contacto, bella Lully.