Yōko Nakano estaba en el vientre de su madre cuando ocurrió el bombardeo atómico sobre Nagasaki. Años después, fue objeto de estudio junto con los niños de su escuela por parte de una comisión de los EUA. “Les debo a los padres que me dieron la vida el mirar al futuro con optimismo”, dice Nakano. “Para mí perder la esperanza sería el colmo de una conducta poco filial”.

Hiroshi Hara lleva el luto por las víctimas de la bomba atómica de una manera muy especial: ha estado pintando imágenes del Domo de la Bomba Atómica de Hiroshima desde 1984. Hace poco, este acuarelista se dirigió a unos niños diciéndoles: “hoy les paso la batuta de la paz a todos ustedes. Por favor, compartan el mensaje con los estudiantes más pequeños en su escuela y con sus familias en casa”.

Yoshitoshi Fukahori lleva varios años recopilando fotografías de posible valor histórico sobre los bombardeos atómicos de 1945 para la Fundación Nagasaki para la Promoción de la Paz. Su compromiso inquebrantable con el desarme nuclear conmueve a todos, entre ellos a la reportera gráfica Noriko Tokuno, autora del presente artículo.

Kimie Kishi ni siquiera había nacido cuando ocurrió el bombardeo sobre Hiroshima en 1945. De pie mide 1,38 m y las medidas de la cabeza no superan los 52 centímetros de circunferencia. Sufre de microencefalia y debe tomar 20 clases diferentes de medicamentos diarias. Por problemas burocráticos, Kishi puede perder una cama ortopédica cuyo alquiler paga mensualmente.

El autor de la historieta Gen el descalzo, Keiji Nakazawa, le cuenta al periodista Hideyuki Kakinuma acerca de lo que le ha dejado su obra autobiográfica y cómo manejó el haber regresado hace 10 años a Hiroshima, ciudad donde sufrió en carne propia el bombardeo nuclear del 6 de agoto de 1945, a enfrentar los dolorosos recuerdos.

Masahito Hirose, de 76 años, ha liderado un movimiento pacifista en Nagasaki dedicado a recolectar relatos de las experiencias de las víctimas de la bomba atómica y a preservar los edificios marcados por la explosión.

La madre de Hiroshi Maruya era coreana. Ambos estuvieron expuestos a la radiación en Hiroshima. Desde hace varios años, Maruya ha estado recopilando las lúgubres experiencias de los hibakusha coreanos, además de apoyar su tratamiento médico.

En esta oportunidad les contamos la historia de Sugako Akizuki, enfermera retirada quien junto al que se convertiría en su esposo ayudó a centenares de personas en la ciudad de Nagasaki tras la explosión de la bomba atómica el 9 de agosto de 1945: “¿No se dan cuenta [los norcoreanos] de que si usan armas nucleares se destruirán también a sí mismos?”

Esta vez les contamos la historia del escritor Masamoto Nasu, quien afirma que la experiencia de los hibakusha (las víctimas de la bomba atómica) debe preservarse. Él sugiere convertirlas en cuentos populares, entre otras cosas para aproximarse mejor a los jóvenes.

Misako Katani, de 76 años, perdió a su madre, a su hermana menor y a su abuela en Hiroshima el 6 de agosto de 1945. Más tarde se marchó al pueblo de sus ancestros cerca de Nagasaki, para hacer los arreglos del funeral, sin saber que todavía quedaban residuos de radiación en el aire de la bomba que había caído en Nagasaki el 9 de agosto.