Héroes y payasos: reelegir la historia
Miércoles 27 de Mayo de 2009 21:07 COTNos venció algo que yo no sé qué es, amigos románticos que todavía se excitan con historias de dictaduras que ya no vamos a experimentar.
Colombia - Cargada el 06.09.2017 22:49:32 COT
Nos venció algo que yo no sé qué es, amigos románticos que todavía se excitan con historias de dictaduras que ya no vamos a experimentar.
Todavía aquí creemos que hay genios del crimen. Ya veo con claridad que siempre será el delito un timo en el juego de la vida (para jugadores mediocres, para débiles).
¿A quién le pagan por pensar hoy en día? ¿Cómo se puede disciplinar la reflexión en un horario? ¿A cuánto está la libra de ideas? ¿Todavía pagan por una idea?
Ya el que designa el orden no es un caudillo o un grupo elite pensando en su seguridad, sino un tecnócrata haciendo malabares en aras de cuidarse de una cifra.
Acá hay aún mucha mafia, aunque las celebridades del delito, cayéndose tan rápido, nos hablen de alguna extraña manera que encontramos como sociedad, para ir dejando atrás nuestra injusticia.
¿Habrá algún candidato que ofrezca inaugurar el primer motel público? ¿Un sicario sabrá cómo masturbarse bien?
Es el anhelo de conectarme lo que me crea la necesidad de escribir, aunque de brega. Menos que una sombra, un triste sujeto que no participa de sí mismo sería si no se me hubiera permitido el más corriente de los ejercicios expresivos: la escritura.
Desde acá arriba, soñando que recordaré lo que quiero escribirles, me imagino una ciudadanía en la que ella logra reflejarse, una sagrada condición: volar. Una ciudadanía aérea que estará destinada a moverse pero ya no al suelo, con los cielos a su disposición, para que aquellas almas hartas duren en la tierra.
La ciudad es tan ingobernable como todo lo sincero, todo lo que supera a la imaginación, pero es lo último por seducir de la política. La ciudad es lo que nos queda para que la política tenga sentido, para que la política habite la cotidianidad, circule por donde el alma humana va.
Yo soy de los que no piensa comprar la paz como objetivo de la seguridad, yo paz no he pedido y no estoy muy entusiasmado en comprarla para los que no la piden. Yo me quiero salvar para correr el riesgo siguiente, para que nadie me marque el destino y encontrarme en aquel angustiante silencio que me recuerda todo el sagrado miedo de estar vivo.
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