(Publicado originalmente el 29 de abril de 2008 en japonés y el 7 de mayo de 2008 en inglés; esta es la primera entrega de la serie de primavera de 2008 del Hibakusha Project)
Yuriko Hatanaka, a la derecha, entonces de 22 años, recibe la ayuda de su padre Kunizō para sonarse la nariz. (Foto publicada originalmente en la edición del 15 de octubre de 1968 de la revista japonesa
Economist [no confundir con la publicación británica homónima]. ©
Mainichi Shimbunsha)
Esta primavera, sin bombo alguno, un edificio que se había convertido en símbolo de las cicatrices dejadas por los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki fue demolido. Ubicado en Iwakuni, prefectura de Yamaguchi, era conocido como "Ai no Koya", la casita del amor. En este lugar había vivido después de la guerra Yuriko Hatanaka, quien sufre desde su nacimiento una microcefalia relacionada con la bomba. A medida que el tiempo pasa, los recuerdos de esa horrible época se oscurecen. Las tierras en donde la casita se encontraba es ahora un lote vacío pavimentado de concreto blanco, ligeramente cubierto de las flores de cerezo caídas a mediados de abril.
Vivir es una misión
El 22 de marzo, a unos 50 km de Hiroshima, la Kinokokai ("Sociedad del hongo") celebró su fiesta de cumpleaños anual para Hatanaka y sus compañeros víctimas de la microcefalia. Los aplausos resonaban mientras se apagaban las velas. Todos los invitados de honor, al igual que Hatanaka, habían sido afectados por la radiación estando en el vientre de sus madres. Todos celebraban su 62do. cumpleaños. Entre ellos estaba Kimie Kishi, quien había venido desde su casa de Miyoshi, 50 km al nordeste de Hiroshima. Kishi y Hatanaka no se habían visto en más de 10 años.
[sigue…]