China vuelve a la primera plana de los medios, ya no por el escandaloso problema de polución de su capital, que la inhabilita para recibir a muchos de los atletas para los Olímpicos del 2008 sino por la forma como está aplastando el levantamiento de la población tibetana contra lo que el Dalai Lama ha caracterizado como " genocidio cultural" contra Tíbet.
A la violenta represión contra la población civil se suma un agresiva campaña de censura en los medios para impedir que cualquier noticia salga, sin su consentimiento, de la Capital Lhasa y alrededores. El bloqueo informativo incluye apagones en las transmisiones de TV, bloqueos o censuras a multitud de sitios web y el filtrado de palabras claves. A los reporteros de campo de CNN, BBC y otras agencias internacionales se les impide el acceso a la región de conflictos. Según los activistas tibetanos los muertos suben a 80 mientras que el gobierno chino habla solo de 13. La desinformación predomina y las declaraciones son abiertamente hostiles y malintencionadas.
El primer ministro de China, Wen Jiabao, acaba de acusar a los manifestantes de robo, piromanía y violencia y a los tibetanos exiliados de estar detrás de los disturbios. Lo más infame es que Wen se ha atrevido a acusar al Premio Nobel y dirigente espiritual tibetano en el exilio, el Dalai Lama, de instigar los recientes disturbios en Tibet, en parte para sabotear los próximos Juegos Olímpicos de Pekín:
“Hay muchos hechos y bastante evidencia que prueban que estos incidentes son premeditados, organizados e incitados por el círculo del Dalai Lama"
Estas aseveraciones son falsas. El mundo entero conoce la labor de éste gran líder político y espiritual del Tíbet quien vive exiliado en la India desde 1959 y clama por una negociación pacífica que le devuelva a los tibetanos su territorio y un cierto nivel de independencia cultural y política del férreo centralismo del gobierno chino.
Por su parte el Dalai Lama ha aparecido en los medios para mostrar su frustración por lo que está sucediendo y para pedir a las autoridades chinas que paren la represión y negocien con la población civil insurrecta . Dijo además que “ejercer violencia es ir contra la naturaleza humana. No debemos abrigar sentimientos anti-chinos. Nos guste o no tenemos que vivir con ellos lado a lado” en un nuevo llamado solidario a la gente de su pequeño país.
Pero el gobierno de Pekín ignora olímpicamente al Dalai Lama e impone su ley del más fuerte en las escarpadas montañas y en Lhasa, la capital del país, donde desde hace tres días y con la ayuda un férreo cordón militar, ha disparado contra la gente y lanzado una ola de masivos allanamientos a las casas donde han detenido y encarcelado a un numero indeterminado de sus habitantes.
Los tibetanos en la diáspora se movilizan en varias ciudades del mundo realizando protestas, frente a las embajadas, en solidaridad con los muertos y heridos. Los monjes ayunan y otros entraron en huelga de hambre. El mundo entero atiende consternado a una tragedia que recuerda la de Birmania el año pasado.
Las Olimpiadas empiezan el próximo 8 de agosto en Pekín.