Sin tetas no hay paraíso devolvió nuestra esencia y calidad a la TV.
Sexo + rating + educación + morbo = excelente producto
Es innegable, toda Colombia está hablando de la nueva serie del canal Caracol Sin tetas no hay paraíso, lo que demuestra que la gente sí ve buena televisión y que la televisión colombiana no está acabada.
Otra vez se comprueba la calidad, otra vez Caracol sale de ese terreno aséptico y enfermizo. Después de La saga: Negocio de familia, Caracol se viene con las TETAS.
Una historia, una realidad, una excelente producción, un rating y una polémica: Gustavo Bolívar demuestra una vez más que su esencia y fuerte son los temas urbanos, conflictos, dramas, drogas, sexo y tetas…
Sin tetas no hay paraíso cuenta una realidad, para unos trillada, para otros educativa e incluso hay quienes la consideran como una apología al delito y la prostitución.
¿Apología al delito?
Es muy equivocado hablar de apología, porque la serie muestra una realidad cruda, pero real. Creo que quienes hablan de apología se equivocan, porque sólo basta con leer o ver el final de Catalina (la protagonista de la serie), para darse cuenta de que la vida es cruel… y que todo no es color de rosa.
El lenguaje de la serie, para algunos vulgar, prosaico, soez, “gaminiado” y hasta "ñeretón", pero la serie en realidad tiene un lenguaje más coloquial que la misma calle… además, sorprende por su paisaje, calidad de imagen, actuaciones, que a pesar de ser actrices y actores jóvenes, tienen actuaciones brillantes, aparte de los libretos que son muy buenos.
Pero lo mejor definitivamente es la dirección. Luis Alberto Restrepo (Peto) es contundente, le imprime a la serie un sello personal, característico de él, sagaz y eficaz. Definitivamente, la realización, producción y montaje escénico es impresionante.
Sin tetas no hay paraíso es una historia que tiene fuerza, que tiene un ritmo vertiginoso en la manera de narrar y contar las cosas, aparte de ser de lejos la mejor producción colombiana del 2006.