Volví a mi rutina de dictar clase. Esta vez, mirando cómo cogen cuentos, obras de teatro, poemas, canciones, comics y hasta videojuegos y deciden hacer películas con eso. Al investigar para la clase, me di cuenta de que muchas películas, más de las que uno se imagina, son adaptaciones de otra cosa. Solo es poner "Shakespeare" en IMDB para ver que se están realizando más de 20 proyectos en este momento que tienen que ver con el mejor dramaturgo de la historia de la humanidad.
Después, pasé a ver las películas que están nominadas en el Óscar a mejor guión adaptado: las dos más nominadas se encuentran en esta categoría, o sea The Curious Case of Benjamin Button —basada en un cuento de uno de los mejores escritores norteamericanos, F. Scott Fitzgerald— y Slumdog Millionaire —novela del mismo nombre de Vikas Swarup, escritor y diplomático indio—. Entonces, ¿las mejores historias no son propias sino de otro? A la larga es como descubrir que el agua moja: me refiero a que no hay nada nuevo bajo el sol.
Es que el cuento de adaptar es difícil. Cuando en las primeras clases hablábamos sobre las películas que ellos se habían visto, si se habían leído primero el libro o conocían la obra de teatro, el resultado audiovisual les parecía malo, y en algunas ocasiones desastroso. Hablaron muy bien de Fight Club o El club de la pelea —dirigida por David Fincher y basada en la novela de Chuck Palahniuk, de quien dicen que es transgresor— pero, por ejemplo, a Perfume —adaptación de la novela de Patrick Süskind, dirigida por Tom Tykwer, quien participó en Paris Je t’aime— la dejaron por el piso, aunque debo admitir que a mí tampoco me gustó.
Lo primero que tuve que hacer entender a mis estudiantes es que una cosa es el libro y otra el resultado audiovisual. Suena evidente, pero, hasta que realmente no se entienda que ambas obras son independientes la una de la otra, seguirá la frustración, y no únicamente para ellos, sino para el espectador común. Quien me ayudó a explicar esto de mejor manera fue Andi Baiz, director de la película Satanás, basada en la novela de Mario Mendoza, quien a su vez se basó en los hechos reales de la matanza del restaurante Pozzeto.
En un foro al que tuve la oportunidad de asistir, lo primero que dijo Andi Baiz es que, junto con Mario Mendoza, quienes son amigos, siempre plantearon que la novela era una cosa y la película otra que iba a ser independiente en su totalidad. Esto fue lo que llevó a que Baiz, sin pena, cortara una historia completa (si no se ha leído el libro, hay un personaje más que en la película —hago esto con la simple intención de que se lea la novela—), cambiara los nombres de los personajes, unificara un par de situaciones y condensara cosas. Es que una cosa es un libro de 300 páginas y otra un guión que por lo general tiene 120 hojas, Satanás tuvo 100.
Ya partiendo de esa independencia, empezaron a disfrutar más el hecho de la adaptación. Empezamos a mirar fuentes como el cómic, del cual la mayoría del grupo es fanático: evidentemente tocamos toda la saga de Batman, recalcando que realmente, en el cine, el murciélago no sería nada sin que Tim Burton hubiera metido las manos. Pero este fin de semana me vi con mi hermano, una película animada de The Batman Vs. Dracula: The Animated Movie. Lo primero que dijo fue: "¿por qué a nadie se le había ocurrido antes?"
Recomendada —para quienes estén en América Latina, la vi en Cartoon Network— porque la analogía entre los dos murciélagos es muy evidente y obvia, y se vuelve aún más interesante cuando deciden trasladar todo el mito a forma visual: sombras de Drácula que reflejan un Batman y un Batman que quiere sangre, pero la de venganza por la muerte de sus padres. Además, la idea de un Joker (Guasón) vampiro es deliciosamente aberrante. ¡Esa sí que es una buena adaptación! Lo digo porque ya pasa los límites del tomar de un lado y colocar en otro, es una re-creación: algo nuevo tiene que tener.
¿Me contradigo? ¿No digo arriba que ‘no hay nada nuevo bajo el sol’? Lo nuevo no son los temas. Según los expertos, dicen que los únicos dos posibles temas en historias de cualquier índole son amor y muerte, y que Shakespeare hizo todo lo que se pudo dentro de esas dos gamas. ¿Qué es realmente lo nuevo? Lo nuevo es quien mira. Un ejemplo: ya vamos para la serie nueve —sí, NUEVE— de la saga de Star Trek o como se conoce en español, Viaje a las Estrellas.
Yo no soy fanática de esta historia, pero si me acuerdo de la Enterprise en la serie de televisión de finales de los ochenta y principios de los noventa con Patrick Stewart —Charles Xavier en última saga de X-Men —, pero sí pienso que si ya van para nueve, es porque algo de eso viejo que dijeron la primera vez en 1966, tiene atractivo en el 2009. Para ser exacta, en mayo de 2009 cuando la versión del director J.J. Abrams —creador de Alias y Lost — sea estrenada y Zachary Quinto deje de ser Sylar para pasar a ser Spock. A ver si alguien me explica para poderla ir a ver en cine…
Si sigo enumerando no voy a terminar el artículo. Lo que creo interesante es que admitamos que el reencauche audiovisual está por donde lo veamos: solo basta ver la última novela que lanzó uno de los canales nacionales colombianos que se ha dedicado a rencauchar canciones; puede que la novela sea buena, pero con tanta publicidad nos mataron. Seguramente rencauchar canciones tampoco es nuevo y si hay algo más atractivo que la música en cine no existirían joyas como I’m Not There de Todd Haynes, 24 Hour Party People de Michael Winterbottom y Control de Anton Corbijn.
¿De cuáles reencauches se acuerda?
Nota: No se pierdan el seguimiento en directo a la ceremonia de entrega del premio Óscar de la Academia, este domingo 22 de febrero, por el canal de twitter de equinoXio y después, trataré de hablar de quienes ganaron y quienes perdieron; como siempre, a mí manera.