Ambos son equipos históricos en sus respectivos países. Ambos tienen un pasado lleno de laureles. Ambos han tenido un presente más bien para olvidar. Los dos pasaron muchos años sin ganar nada, y por el contrario vieron cómo otros clubes primero los alcanzaron y luego los sobrepasaron en vueltas olímpicas.
Racing: Pasaron 35 años para gritar "¡campeón!"
El Racing Club de Avellaneda, fundado en 1903, es uno de los cinco equipos más importantes del fútbol argentino. Luego de River, Boca e Independiente, es cuarto grande por tradición y por número de hinchas. En su palmarés ostenta luego de más de noventa años, el récord de haber ganado siete campeonatos de manera consecutiva, entre 1913 y 1919. Por si fuera poco, “La Academia” fue el primer club argentino en ser campeón intercontinental, en 1967, y el primer campeón de la Supercopa Suramericana, en 1988.
Esa es la parte brillante de la historia. Pero también está el otro lado. Aquella marca no igualada de títulos consecutivos corresponde a la era amateur del torneo gaucho. En el profesionalismo, instaurado en 1931, Racing solamente ha sido campeón siete veces, lo cual es muy inferior a las 33 consagraciones de River, a las 23 de Boca, 14 de Independiente y 10 de San Lorenzo. Incluso Vélez Sarsfield lo alcanzó este año en número de coronas, al obtener el torneo Clausura 2009. Entre la estrella número seis y la siete de Racing transcurrieron 35 años, en los cuales el equipo celeste y blanco soportó una hecatombe deportiva que lo mandó a la B a finales de 1983, y una crisis institucional que lo condujo a la quiebra en la última década del siglo XX. Para salvarlo, fue necesario acudir al gerenciamiento, esto es, una administración especial por medio de un tercero.
En lo futbolístico, Racing tuvo que dejar de lado su tradicional estilo de buen trato a la pelota y, en vez de éste, adoptar un juego de fuerza y choque con tal de obtener resultados. Así, en el torneo a Apertura 2001, el equipo dirigido por Reinaldo Mostaza Merlo hizo una gran campaña a la luz de los números, ya que ganó doce de los diecinueve partidos jugados, y perdió solamente uno. Pero lo que le quedaba en la retina al aficionado era apenas lo justo. Se impuso solamente en dos juegos por goleada y su promedio ofensivo estuvo bastante lejos de ser contundente (River Plate, subcampeón, anotó 51 goles, frente a 34 del campeón Racing). Era un fútbol de empellones, de braveza y fuerza testicular que acallaba cualquier crítica con los tres puntos conseguidos al sonar el pitazo final. Dos colombianos, Gerardo Bedoya y Alexander Viveros, hicieron parte de la hazaña, cuya celebración se inició en el estadio de Vélez y terminó en un acto multitudinario en el Juan Domingo Perón.
Santa Fe: Ayuno desde 1975
El cuadro “cardenal”, fundado en 1941, fue uno de los protagonistas del torneo profesional colombiano en sus inicios. Tuvo el honor de ser el primer campeón, en 1948, y en 1961 fue el primer club colombiano en llegar a una ronda semifinal de la Copa Libertadores de América. Con su camiseta brillaron figuras como Ernesto Díaz, Alfonso Cañón, Alberto Perazzo, Oswaldo Panzutto, Omar Devani, José Dokú, Juan Carlos Sarnari, Ángel Perucca, Víctor Campaz, Luis Gerónimo López, Dragoslav Sekularak, Carlos Pandolfi, James Mina Camacho y René Pontoni, y en tiempos más recientes lograron destacarse con sobrados méritos Sergio Angulo, Jorge Raúl Balbis, Eduardo Niño, Hugo Ernesto Gottardi, Freddy Rincón, Adolfo Valencia y Léider Preciado, entre otros.
Al observar con cuidado, el lector notará que todos los verbos del párrafo anterior están escritos en pasado. Y si seguimos hablando, la tendencia a utilizar ese tiempo gramatical continuará. Santa Fe obtuvo su sexta estrella en diciembre de 1975. Desde ahí y hasta estos días, no ha vuelto a ser campeón del torneo de primera división en Colombia, y lo más cerca que estuvo de lograrlo fue en 1979 y en 2005, detrás de América y Nacional, respectivamente. También se acercó a dos finales de copas internacionales, pero perdió ambas: la Copa Conmebol frente a Lanús, en 1996, y la Merconorte, en 1999, ante el América.
En estos 34 años, la hinchada santafereña vio cómo su posición de grande fue paulatinamente igualada y superada por otros conjuntos. Así, de ser el segundo equipo con más títulos en Colombia, en el 75, pasó a ser el quinto, pues América, Nacional y Deportivo Cali lo pasaron de largo. Hasta no hace mucho se oía con frecuencia una burla de mal gusto en la que se decía que la diferencia entre una foto de una nómina campeona de Santa Fe y la de otro equipo era que la foto de ese otro equipo era en color y que los jugadores que ahí aparecían todavía estaban vivos. Hubo formaciones, técnicos y jugadores muy buenos, pero los títulos y las vueltas olímpicas nunca llegaron, a excepción de una Copa Colombia que se disputó en el inconcluso campeonato de 1989, en la que el equipo del león se impuso en la final al Unión Magdalena. El trágico desenlace que tuvo esa temporada hizo que aquel logro alcanzado por el técnico Diego Umaña quedara como una nota a pie de página de un año lleno de carros bomba, magnicidios y masacres que todos queríamos olvidar.
Por esas paradojas de la vida, Independiente Santa Fe volvió a ganar algo, luego de tanto tiempo: la Copa Colombia 2009. Germán Basílico González, uno de los jugadores campeones de 1975, como DT pudo llegar a la final frente a Deportivo Pasto y ganarla. El Santa Fe de González es, al igual que el Racing de Merlo, un equipo que no brinda espectáculo pero obtiene resultados. Es un híbrido de lo hecho por sus dos antecesores en el banco albirrojo: Fernando el Pecoso Castro y Hernán Darío Bolillo Gómez. El primero era generoso en su disposición de ataque, pero su defensa era una coladera, y el segundo se resguardaba bien de la mitad hacia atrás, pero era un milagro que anotara goles.
La columna vertebral de esta formación está lejos de ser portada de las grandes publicaciones deportivas, pero rinde lo suficiente para conseguir el marcador que necesita. El veterano arquero Agustín Julio aporta su cuota de experiencia en los tres palos. Carlos Valdez, siendo un defensor común y corriente, cumple con su papel de sacar el equipo cuando lo atacan. Maximiliano Flotta, resistido por muchos, tiene a su cargo el trabajo sucio en el medio, en tanto que Ómar Pérez y Luis Seijas son el filtro que surte de balones a Julio Gutiérrez en el frente de ataque.
No es el “Ferrari” de años anteriores, pero con menos ha logrado más. Basílico ya estuvo en una final dirigiendo al Santa Fe, en el Apertura 2005, y cayó ante Atlético Nacional. Ya cuando se apaga la euforia que generó en sus huestes el triunfo en la Copa Colombia, González tiene el reto de superarse a sí mismo, siendo campeón del torneo profesional. Con los resultados obtenidos hasta el momento, su equipo depende de sus propios resultados para ser finalista. De ganar los próximos dos encuentros, o aunque pierda el domingo contra el cuadro verdolaga en Medellín, le bastará con hacer los seis puntos en el doblete de partidos que tiene como local en las siguientes dos fechas para hacerse inalcanzable, ya que cuenta con el punto invisible como cabeza de serie de su cuadrangular, que resuelve a su favor cualquier igualdad.
Si es finalista, ¿ganará el título? Nadie lo sabe. Pero a lo mejor las coincidencias entre el Racing campeón luego de 35 años y el Santa Fe modelo 2009, a 34 años de su sexta estrella, podrían significar un buen augurio.