Si hay un sector que haya sido especialmente sensible a los cambios tecnológicos este ha sido el musical. Por eso, ya no da mucha espera, el negocio de la música va a cambiar y ¡parece que está llegando la fecha!
La tecnología ha modificado nuestra relación con la música en forma increible, los que crecimos de la mano del casete que facilitaba nuestra selección musical y su transporte, los que pasamos nuestra adolescencia resignados a los discos que se rayaban, o quienes sabiamos cambiar un botón del equipo para ajustar “las revoluciones” del disco de turno, hoy nos sorprendemos con las posibilidades de los nuevos formatos que se separan cada vez más de su medio material y otorgan libertades inimaginables hace sólo unos años.
Lo que podíamos hacer antes con la música no tiene nada que ver con lo que hoy es posible hacer. Los jóvenes de hoy descubren que la tecnología a su alcance no tiene lo límites de hace solo 10 años (qué decir hace 20), pero estos jóvenes descubren las posibilidades técnicas solo para encontrar barreras legales que les prohíben lo que pueden hacer y lo que, de otra parte, es fabuloso que hagan. La industria se ha dedicado a satanizar lo que se puede hacer a calificarlo de piratería y a perseguirlo apoyando procesos de criminalización extremas como estrategia para controlar la circulación de este contenido.
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