"He visto el trailer dos veces en el cine y me produjo náusea. Decidí que no quiero pagar un centavo por ver la adaptación a la pantalla del best seller del momento el tan mentado Código Da Vinci. El trailer es tan convencional, sobredramatizado y enfático que me provocó urticaria.
Tengo que aclarar en primer lugar que a pesar de ser estudioso del cine tengo un gusto muy amplio y abierto a todo tipo de películas y no solamente asisto las de Cine Arte (algunas de las cuales me parecen igualmente deleznables y repetitivas como los peores blockbusters de Hollywood).
Además de la masiva propaganda y todo el “hype” que Hollywood ha conseguido armar alrededor del film para conseguir que millones de personas se lanzaran a verlo este fin de semana , hubo un incidente en Gran Bretaña, hace apenas un par de días, que me ha obligado a re-interesarme por ésta adaptación literaria.
Resulta que la Oficina de clasificación de películas (British Board of Film Classification, BBFC) de ése país rechazó la sugerencia de la distribuidora de hacerla accesible a niños de 12 años en adelante y le subió la clasificación a mayores de 15. Hasta aquí poco es noticia a pesar de que el film abre con un cuerpo mutilado, presenta una serie de asesinatos sangrientos e incluso retrata a un monje autoflagelándose. Porque la novedad y la discusión (entre nosotros los especialistas) radica en la razón que adujo el comité para subirle la censura del film. Se trata de la banda sonora que consideraron demasiado tensa para niños pequeños y los niveles de sonido acentúan de manera innecesaria, los niveles de violencia. La cosa resulta interesante porque las objeciones siempre se le hacen a las imágenes que presentan las películas y nunca a los niveles de sonido o de la música. Esto revela dos novedades: que cada día más hay conciencia sobre la importancia que la música y los ruidos tienen en la manera de narrar las historias, y que Hollywood parece abusar de tales recursos en su afán por capturar las audiencias en las salas de cine.
¿De dónde le vienen a la novela y al film tanto magnetismo y tanta capacidad de penetración en públicos tan vastos y diversos? Según algunos expertos al hecho de que se trata de la historia de una conspiración. Y cuando esta se dirige a una religión tan central en Occidente como es el Cristianismo dicho interés se ve redoblado.
Yo opino que toda teoría conspirativa es apenas una especulación hasta que no se pruebe lo contrario. En este caso la novela El código Da Vinci no aporta ninguna evidencia de que Jesucristo estuviera casado ni hubiera tenido un hijo con Maria Magdalena.
La cosa resulta interesante porque las objeciones siempre se le hacen a las imágenes que presentan las películas y nunca a los niveles de sonido o de la música. : que cada día más hay conciencia sobre en la manera de narrar las historias, y que en su afán por capturar las audiencias en las salas de cine.
Es cierto que tampoco existe evidencia de lo contrario ya que los teólogos han establecido claramente que los evangelios no fueron escritos por los discípulos directos de Jesús, ni en los años que siguieron a su presunta muerte en el año 33. Se sabe ahora que fueron escritos después del año 70, por seguidores suyos, judíos de la diáspora que aborrecían al Imperio Romano. Entonces lo contado allí es parte de una tradición oral, que si bien sustenta la existencia de Jesús, no busca ni pretende rigor histórico alguno. De Jesús, lo importante no es tanto su vida como sus enseñanzas, parecen decir los evangelistas.
Es por eso que resulta tópico, fútil y retrógrado que una Institución tan poderosa, piramidal y anti-democrática como es la Iglesia Católica de hoy (al menos la comandada por el docto ex-cardenal Ratzinger), haya salido ahora a atacar la novela y el film.
Estoy seguro de que si el Papa de hoy hubiese sido el sabio y bueno de Juan XXIII, habría sonreído de manera pícara ante esta teoría, sin armar el escándalo infantil que el Vaticano ha desatado.
Lo cierto es que por tratarse de una construcción novelesca, El código Da Vinci es una invención, es decir una ficción dirigida a entretener a los que les gusta el misterio y las teorías conspirativas y cuya función principal es enriquecer al puñado de productores, distribuidores y agentes del film. Una iglesia más ecuménica entiende que la novela poco tiene que ver con sus enseñanzas o con datos de carácter histórico.
A todas estas volví a echarle un ojeada al trailer en Internet y no me pudo satisfacer ni la música ni la presentación del tema. Pero ante la polémica suscitada por la banda sonora me he puesto a pensar si vale la pena gastarle los 12 dólares que cuesta la entrada a esta superproducción. ¿Qué me aconsejan los lectores?