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La morada de Dios

El jardín de las delicias > Estancias > Psicología
Por

sbado 4 de abril de 2009 2:39 COT

De las preguntas que inspira el fenómeno religioso hay una, quizá la más evidente, que rara vez se formula pero ayudaría a solucionar los problemas inspirados por los fundamentalismos: ¿por qué creemos? Los mecanismos antropológicos, sociales, sicológicos y filosóficos de la función religiosa han sido investigados hasta la saciedad y sabemos que aportan cohesión, pues los cuerpos sociales castigan a quienes no compartan sus creencias trascendentales, así que se convierte en una fundamental herramienta de afiliación. Pero todas esas reflexiones asumen que la religiosidad era inevitable, como si fuera connatural al ser humano.

No hay otro organismo en la tierra que experimente nada parecido a un impulso religioso. Podría alegarse que eso se debe al lenguaje o a la construcción social, pero esas destrezas fortalecieron, difícilmente generaron, el impulso para la construcción mítica. Somos la única especie que tiene un dios en que creer, ¿por qué? Aun compartiendo el creacionismo y aceptando que los humanos tenemos una chispa de divinidad concedida por ese dios ¿por qué ese dios no le dio a ninguna otra especie ni siquiera mínima conciencia de su existencia? Himnos de la mayoría de las religiones usan la metáfora de una creación que canta las glorias de su creador, pero ¿cómo es posible si no tiene remota idea de su existencia, ya no digamos de su rol en el mundo? Si decimos que lo hacen a través de nosotros, ¿a estas alturas del partido no es sobreestimarnos esperar que dios inventó semejante diversidad para nosotros? Seremos la especie favorita, pero para dárnoslos de juguete le hubiera bastado con un par de docenas de especies. Y si no son juguetes sino garantes de supervivencia, luego de extinguir tantas especies ya el equilibrio estaría tan dañado que deberíamos haber muerto hace rato.

No invoquemos la teoría de la evolución, porque no lo necesitamos. Vamos a imaginarnos que hubo modelos previos “humanoides” que fueron mejorando su adaptación, y cada tanto avanzaban lo suficiente como para merecer un nombre distinto. No les pido creer que una especie dio origen a otra, sino que la misma especie mejoró, lo cual no debería ser tan difícil para los que no sean evolucionistas; después de todo, el hombre promedio de hoy es bastante diferente al de hace cien años. Uno de esos modelos previos fue el hombre de Neanderthal.

El Neanderthal en treinta segundos: era unos 15 centímetros más bajo que el humano promedio actual, vivió hace entre 600 y 350 mil años en Europa y su desaparición es un misterio (algunos dicen que se extinguió, otros que fue asimilado por la rama que siguió su camino hacia el Homo Sapiens, que somos nosotros) pero lo que nos interesa es que enterraba a sus muertos. Este sujeto es el primero, en la historia y prehistoria, con un ritual mortuorio, y lo curioso es que los dejaba amarrados en posición fetal. Ninguno de sus antecesores con capacidad cerebral comparable se tomó el trabajo de ocuparse de los muertos, menos con un ritual que denota una idea más allá del mero afán pragmático de controlar olores, por ejemplo. Los científicos no ven en esto un antecedente de la momificación o una aspiración estética sino una aspiración más simple: al pobrecito prehomínido lo aterraba la posibilidad de que los muertos salieran a perseguirlo.

La pregunta cabe: ¿qué hubiera pasado si la oleada migratoria de sujetos más avanzados provenientes de África, que asimiló a los Neanderthal y siguió su camino hacia el actual Homo Sapiens, nunca se los tropieza? Estos inmigrantes africanos tenían una genética que les hubiera permitido seguir su desarrollo sin contar con el complemento de este modelo inferior. Robert Sawyer, que es un novelista y no un científico, propone en su trilogía Neanderthal Parallax una de esas historias alternativas que por esta vez, aunque su intención inicial es divertir, es más profunda: si hubiera una dimensión paralela donde los Neanderthales se impusieron y entramos en contacto con ella, ¿cómo sería la religiosidad en esa otra dimensión?

Nos gusta creer que o bien la divinidad de dios es tan evidente que era inevitable desarrollar ritos reconociéndola (si no los ordenó él personalmente a algún venerado patriarca), o que la religión cumple una función social ineludible y tarde o temprano la hubiéramos inventado. Pero hay una tercera posibilidad que ahora la neurociencia investiga así sea por curiosidad con títulos como Dios está en el cerebro: que nuestra aproximación a los misterios de la divinidad fuera el aporte genético proveniente de una mutación que nos dejó un lejano y olvidado tatarabuelo de cráneo alargado y cuerpo velludo. Eso no significa que dios, cualquiera que fuera, no exista, pero sí que nuestra forma de entenderlo, interpretarlo y relacionarnos con él, incluyendo libros sagrados, ritos e invocaciones, está sometida a la tenaza de acero de un gen que configuró así nuestro cerebro por azar hace cientos de miles de años y, más inquietante, si los Neanderthal no entran a nuestro patrimonio genético, nuestra idea religiosa sería muy distinta, en caso de existir siquiera.

Esta columna puede ser una fábula o un resumen de divulgación, dejo eso al criterio de cada cual, pero imaginen por un momento la posibilidad. La Inquisición, las cruzadas, el fanatismo musulmán, la guerra palestina por la tierra prometida, los Testigos de Jehová que timbran justo durante la siesta o los árboles talados para escribir libros sobre el Diseño Inteligente fueron condicionados todos por un antepasado de nombre impronunciable. La idea no resulta agradable, pero explica más cosas que la fe cerrera de un creyente a ultranza y debería hacernos un poco más respetuosos de la fe ajena.

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6 comentarios a la entrada “La morada de Dios”

  1. andrea
    sbado 4 de abril de 2009, 10:17 COT
    1

    segun esto que usted dice el Neanderthal enterraba a sus muertos y esto es una evidencia de la creencia en dios, porque a que especie humana se le huniera podido ocurrir enterrar a sus muertos?

    quiza independientemente de enterrarlos o no, la muerte de por si es algo que lleva a pensar o sentir o lo que sea de forma mas trascendental, la muerte y otra serie de cosas inexplicables e inalcanzables para el ser humano, lo no controlable y lo inexplicable es quiza lo que finalmente nos lleve a pensar en la existencia de dios, claro, nosotros ya crecimeos y nos educaron con esa fuerte idea o concepto lo creamos o no, pero de ahi a saber de donde surgio tal idea de dios…. no se, la muerte puede ser un principio y lo desconocido tambien, pensar que para las especies antes del homo sapiens casi todo era un misterio y aun despues, es facil deducir la necesidad de una explicacion divina o parecida.

    Quiza lo que este insertado en los genes sea la necesidad de conocer, de dar una explicacion a cada realidad y si no lo logramos lo explicamos a traves de dios.

    saludo, muy buenos sus articulos

  2. Luis Felipe Tenorio
    sbado 4 de abril de 2009, 15:59 COT
    2

    Salud, Andrea!

    Primero, gracias por tomarte el trabajo de leer mis artículos y, ya que estamos, gracias por la última frase.
    En realidad, aunque lo que digo se parece a tu conclusión, es sutilmente diferente. Seguro en algún momento hubiéramos desarrollado procedimientos para disponer de los muertos. Y seguramente antes del Neanderthal nos preguntábamos por la muerte.
    Pero el metodo del enterramiento Neanderthal sugiere un ritual, lo que signfica algún pensamiento mítico y no sabemos de nada parecido antes de ellos. Lo que trato de decir es que preguntarse por la muerte no significa necesariamente preguntarse por dios, lo cual, insisto, no es negar su existencia.
    Nada más propongo una idea como línea de pensamiento: ¿y si nuestra religiosidad tiene un condicionamiento genético, como proponen algunos científicos sin ser ateos?
    La idea no es agradable, haría parecer tontas millones de víctimas del fanatismo religioso. Aun sin el componente genético, es probable que nuestro pensamiento mítico, y por tanto religioso, tenga su tronco originario en esos homínidos. Qué llegó la fe verdadera, eso se lo dejo a cada cual, pero nuestra forma de entender esa fe y las preguntas que hacemos podrían desgranarse del terror de un antropoide que una noche glacial, sentado ante una hoguera, se asustó preguntándose ya no por la muerte sino si era posible que su compañera recién devorada por un tigre dientes de sable pudiera volver a darle la lata por no haberla salvado.
    Esta columna no quiere sentar cátedra, sólo va en aras de la discusión. Si los Neanderthal no desarrollan esas ideas y se toman el trabajo de ritualizarlas, y luego son absorbidos por una migración de sujetos superiores y desaparecen sin haber aportado esas ideas, y finalmente llegamos nosotros al final, dios seguro seguiría existiendo pero ¿cómo sería nuestra forma de entenderlo? ¿Nos habríamos preocupado por el tema? Si eso llega a comprobarse un siglo de estos, me voy a reir mucho de todas las fes verdaderas que han trasegado la historia…

    Aprovecho para invitarte a mi blog dedicado a tarot, ocultismo y tradiciones oscuras, tanto en su componente histórico como esotérico. Tal vez te gustaría visitarme en http://luisftenorio.wordpress.com/

  3. macladu
    sbado 4 de abril de 2009, 18:10 COT
    3

    Luis Felipe
    No estoy de acuerdo en que la pregunta “porque creemos” sea “raramente formulada” por el contrario, creo que cada uno de nosotros nos hacemos esa pregunta. Hay quienes piensan que es una necesidad del ser humano creer en algo o en alguien para darle un sentido a su existencia, o buscarle una explicacion a lo que sucede, ya sabe, lo que la gente dice “Dios asi lo quiere” Dios esto o lo otro… pero la explicacion ? mmm,
    Eso si Gracias a Dios creemos en algo, porque se imagina usted el relajo que seria esto si no ? Esto hace que al menos algun orden tengamos por aqui en este planeta tan loco llamado Tierra.
    Tenemos escritos como la Biblia, donde encontramos motivos porque creer. se podria pensar que la escribieron unos hombres que pudieron inventar o acomodar lo que a ellos les convenia que los demas creyeran….aunque posiblemente por ser muy posterior al Nehardental, no es muy buen ejemplo.

    La explicacion que buscan los cientificos en ese gen que fue implantado me hace acordar de un famoso cantante popular al cual su madre regalo un radio y el solo un niño, lo encendio y empezaron a cantar, y como niño al fin y al cabo- lo abrio para sacar el cantante… y pues… nada encontro… encontraran los cientificos el gen ?

    Pero y que tal si dejamos la ciencia de lado, lo mismo que a los nehardentales, y buscamos en las manifestaciones que algunas personas dicen haber tenido ? tendran alborotado en ese momento el gen ? o… realmente ha pasado…
    Me refiero a esta frase del escrito…
    “pues los cuerpos sociales castigan a quienes no compartan sus creencias trascendentales, Le iba a decir el porque cree que es asi, pero caigo en cuenta que si bien por aqui aun podemos creer mas o menos libremente, a no ser que la mama este con la cancion de ve a misa, reza, etc… pero en los paises asiaticos, arabes las cosas son a otro precio…
    Bueno habria mucho tema, solo una opinion personal sobre lo que ha escrito…
    Yo creo, me gusta creer, me gusta tener a Dios presente en mi vida, y me he cuestinado algunas veces, he leido, y cada persona le busca una razon de ser diferente, entonces ahi si se vuelve bastante personal la cuestion aunque existan los cuestionamientos sociales…

  4. Andrea
    sbado 4 de abril de 2009, 21:19 COT
    4

    Macladu, yo creo que Luis Felipe se referia, me parece, mas a que lo raro es cuestionarse acerca de donde surge, en la historia de la humanidad, esa necesidad de creer en dios y tambien al origen de los rituales religiosos, y que hubiera sucedido a la humanidad entera si ese ritual de enterrar muertos (tan extraño, misterioso e inexplicable en su origen) no hubiera sucedido, teniendo en cuenta que la mayoria de las “creencias en dios” estan llenas de rituales y los rituales son los que conforman en gran medida las religiones.

    Ese es un cuestionamiento que no se suele hacer, porque nosotros en la actualidad y hace unos siglos, crecemos con la idea ya establecida de la posibilidad de creer o no en un dios, a diferencia del Neanderthal que nadie le enseño, que a duras penas pronuunciaban unas palabras, o silabas o yo que se, y sin embargo se les ocurrio uno de los primeros rituales que es tan fundamental en cualquier religion hoy dia.

    Por otro lado “creer” si es fundamental, pero como usted dice se puede creer en “algo” y “algo” pueden ser muchas cosas, no necesariamente “dios”, yo podria darle a mi vida un pleno sentido creyendo en el amor, en la amistad, en el conocimiento y ninguna de esas cosas es dios.

  5. sandra
    lunes 6 de abril de 2009, 08:54 COT
    5

    Hablar sobre la muerte siempre será un tema importante. El misterio, el afán de descubrir q hay mas alla, la ciencia y la religión y además ahora tenemos las experiencias de vida después de la vida de tantas personas que juran no se muere nunca,
    En lo personal creo que cuando se tuvo consciencia del hecho, cuando el ser humano sintió, necesitó creer q trascendería, comenzaron los rituales. ¿Qué lo hizo sentir o pensar en esto?…..
    creo que fue cuando poco a poco se dio cuenta que el no era sólo un cuerpo físico, algo mas vivía en él. Descubrirnos no significa siempre una explicación, basta sentirnos.

    Gracias

  6. lftenorio
    martes 7 de abril de 2009, 21:58 COT
    6

    Salud!

    A Andrea, gracias por su intervención que expresa algunas de mis posiciones seguramente más claro que yo.
    Sin duda como dice macladu hay miles de preguntas del tema religioso, pero no por qué creemos. Cómo dice Andrea, dios es una idea dada por garantizada (hasta los ateos definen su no-creencia a partir de la idea de dios :), quedando pendiente de definir cuál es el dios auténtico y la mejor forma de alabarlo. Pero realmente ¿por qué los rituales? ¿En serio dios los necesita y nuestra relación con él, el que fuera, depende de ellos? ¿Por qué la idea de dios? Desde el punto de vista de un creyente su existencia está demostrada a priori, pero me parece más gracia no recurrir a ese tipo de respuestas.
    En cuanto a las experiencias de la vida después de la muerte y el “gen alborotado” de macladu y Sandra, es complicado. En primer lugar, es una experiencia inenarrable según los mismos testimoniales. Luego no trabajamos con la experiencia de esas personas sino sobre la interpretación de ellas. Y lo del gen es sólo una de muchas hipótesis , vamos a decir que no existe: gran parte de esas experiencias tienen un característico trasfondo cultural y se parecen mucho a su discurso social, con lo cual no digo que esa gente mienta, sólo que si en situaciones extremas alucinamos ¿qué más intenso que haber estado muerto? Y por otro lado, aun en el caso de que haya vida después de la muerte ¿por qué concluir de eso inmediatamente la existencia de dios? Al razonamiento le faltan pasos. (Está los arquetipos, claro, ideas repetidas continaumente en culturas sin contacto entre ellas, pero ese tema quiero profundizarlo en otra columna. Baste por ahora decir que por explorar los arqutipos me gusta el tarot y otros artes adivinatorios y aprovecho para reiterarles la invitación a mi blog, encuentran el enlace en mi comentario más arriba 🙂



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