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El pelo

Columnas > Nota con fusa
Por

viernes 18 de enero de 2008 0:01 COT

“Hair is nature’s biggest compliment and the treatment
 of this compliment is in our hands. As in couture,
the cut is the most important element…haircutting simply means design
and this feeling for design must come from within.”

Vidal Sassoon

Corto, largo, liso, ensortijado, negro, rubio, natural, tinturado, descuidado, brillante con extensiones. El cabello se lleva de todas las formas, cada persona decide cómo llevarlo y el estilo que elija representa también un estilo de vida, una forma de vida, de pensamiento, una forma de ser.

Pelo y hombre han coexistido desde siempre. Al principio éste era hirsuto, espeso y abundante y cubría todo el cuerpo de pies a cabeza respondiendo a las características del ambiente agreste. Con la evolución del planeta evolucionó el hombre y ahora sólo quedan unos remanentes en brazos y piernas, y en algunas otras partes del cuerpo es más o menos abundante dependiendo del género o la genética.

Los hombres tienen bigote –y algunas mujeres-, barbas espesas, pechos y espaldas velludas, sus brazos y piernas son más pobladas –en algunos casos- y comienzan a aparecer con la vejez pelos en nariz y orejas. En el caso de las mujeres la presencia de pelo es más delicada y sutil, menos espesa y en algunos caso no existe. De aquella capa de pelo semejante a un abrigo hoy sólo nos quedan las cejas, las pestañas, el vello púbico y axilar y por supuesto “el cabello”.

Y no cabe duda que el cabello sea el más importante de los “pelos del cuerpo del hombre”. Al igual que el cuerpo y el rostro, el cabello es y ha sido mimado y tratado con esmero. El ser humano se ha preocupado por llevarlo bien cuidado, porque el cabello no está solamente para cubrir la cabeza no, éste tiene otra función, otro significado, otra representación en el contexto social; el pelo define a la persona y eso varía de acuerdo a la cultura y la época. 

“La dignidad y el estado social del hombre se podían apreciar por la longitud de sus cabellos. Cabellos largos llevaban los que nacían libres, los nobles, los guerreros y los dioses. Cabellos cortos llevaban, principalmente en las culturas romanas, los esclavos, los sirvientes y trabajadores, lo que proporcionaba a éstas mayor higiene”[1]

Mirada histórica

En la antigüedad y aún hoy día el cabello es sinónimo de vitalidad. Un cabello bien cuidado, brillante y con vida da buena impresión, de ahí la importancia de su cuidado. Un cabello opaco, quebradizo o débil puede ser señal de enfermedad, vejez, mala alimentación etc. Por ello, ha sido siempre objeto de atenciones y cuidados.

“Calvicie, canas y caída del cabello han sido siempre signos valorados negativamente como señales de vejez o de enfermedad, que el hombre se ha esforzado por combatir con diferentes medios”

Los primeros cuidados y la importancia del cabello no estaban relacionados con la estética y la belleza, sino más bien, con cuestiones prácticas y ceremoniales. En el antiguo Egipto, la forma como se llevara el cabello determinaba la casta o el culto al que perteneciera el individuo. Los egipcios consideraban el cabello y la forma de llevar el pelo en general, como el bigote o la barba, un elemento fundamental de la belleza física y de ellos heredamos las pelucas y el tinte.

“La longitud de esta barba indica la importancia de su portador (…). Los sacerdotes egipcios llevaban la cabeza calva y se afeitaban el cuerpo totalmente cada tres días, incluso las cejas.”

La longitud del cabello, también definía el estrato social al que se pertenecía. Cabellos muy largos pertenecían a la nobleza, los cabellos más cortos a los esclavos y artesanos, criados y sirvientes. Las razones eran obvias, estos últimos no podían llevar el cabello largo por su trabajo, para evitar el calor y el contagio de parásitos y la insalubridad; además no tenían tiempo ni servidumbre que les cuidara el cabello, a diferencia de los nobles.

Fueron los griegos quienes con su vanidad y culto por la belleza, hicieron del cuidado del cabello parte importante de su ornato. Cabellos ondulados, rizados, mechones, trenzas, melenas largas, cintas, diademas etc. El nivel de complejidad de los peinados griegos era mucho mayor al de los egipcios, eran más variados, más elaborados, de mayor cuidado y detalle usando más elementos en la decoración del cabello tanto para hombres como para mujeres.

“En las mujeres, el cabello es largo con rizos delanteros sobre la frente y el cabello recogido en la coronilla y dividido en gruesos mechones que caen sobre los hombros sobre la espalda recogidos con cintas. La “peluca escalonada”, llamada así porque el cabello llega a los hombros en escalones horizontales. Un poco más adelante aparece el peinado “perlado” que consiste en cabellos largos sobre la espalda, divididos en mechones, divididos a su vez en segmentos. También sobre la cabeza el peinado está ordenado en forma de perlas y sujeto por una cinta.”[2]

Y fue en Grecia donde nacieron –además de la civilización- los primeros salones de belleza a donde por supuesto, sólo asistían las personalidades.

Los bárbaros y vikingos llevaban sus cabellos largos, pero al contrario de los griegos sus cabellos eran descuidados y sucios, que por no dedicarse a la vida contemplativa, las artes y ser guerreros, iban siempre en trenza o en cola de caballo.

En la Edad Media, el cabello significaba poder, riqueza y dignidad.

“Las leyes medievales afirman que el tocar o arrancar parte de la barba o los cabellos será castigado con fuertes multas de dinero o con castigos corporales”

Sin embargo, el modo de llevar el cabello era una fuerte representación de las condiciones sociales y económicas de la época. La sociedad era extremadamente pobre, por lo que fue una época de austeridad y por supuesto de bastante suciedad y epidemias. Es así como el cuidado del cabello conocido en Roma debió desaparecer, para volverse vulgar y corriente. Los peinados eran sobrios y en una sociedad controlada por la religión, la coquetería, la vanidad y la frivolidad no estaban permitidas. Por supuesto las mujeres llevaban sus cabellos largos, recogidos en moñas y usaban capuchas para evitar la propagación de piojos. En general los hombres usaban cabello corto y los mayores tenían barba. Por supuesto, la idea de rasurarse no podía ser contemplada.

En el Renacimiento, el culto a la belleza personal fue uno de los valores de la época. Así que el cuidado y la belleza están de nuevo a la orden del día, gracias al florecimiento de la economía. Se crea la “moda”, los peinados son de nuevo elaborados y con múltiples accesorios. Se crean tendencias y los tintes y postizos son apetecidos siendo Italia el pionero en estos menesteres, pero a pesar de lo elaborados y refinados que pudiesen ser los peinados, estos tenían buen gusto y eran elegantes sin ser recargados.

En Roma se popularizaron los cabellos rubios y se empezaron a realizar pruebas para aclarar el cabello. Se generalizaron los salones de peluquería y se volvieron un negocio, aunque éstos se ubicaban por especialidades, deviniendo en los actuales salones de belleza. Inclusive, ya desde esa época, las peluquerías y barberías eran centros de reunión social y encuentro.

La época del Barroco se caracteriza por su ostentación y exageración y los peinados no estarían fuera de ello. Las clases privilegiadas se preocupaban más de aparentar que de ser, los nobles daban demasiada importancia a su aspecto físico y eran sumamente vanidosos. Es aquí donde se pone muy de moda las pelucas grandes y excéntricas, fomentadas por Luis XIV. Las pelucas eran la expresión máxima del derroche, la vanidad, la ostentosidad, la excentricidad y la frivolidad de la Corte, todo esto con el ánimo de aparentar una condición social que no se tenía.

Finalizando el siglo XIX con las revoluciones Francesa e Industrial, la historia de la humanidad dio un giro radical. La peluquería también habría de verse transformada para dar paso a prácticas muy diferentes a las del Barroco y el Renacimiento, surgiendo así una nueva sociedad. Aparecieron los peluqueros como tal; expertos en el cuidado del cabello como los conocemos hoy, naciendo así el oficio de la peluquería. La sencillez predominaba, por lo tanto, mujeres humildes y burguesas usaban el cabello recogido en un moño, aunque éstas últimas adornaban su cabeza con un sombrero. Aparece en 1867 el agua oxigenada, siendo un adelante impresionante en el arte de la peluquería, usado hasta nuestros días.

El siglo XX y la peluquería profesional

Es el siglo XX el que da paso a la peluquería profesional, convirtiéndose en un oficio fino y delicado, para el que había que estudiar y preparse. Así, además de los salones de belleza surgen las academias y escuelas de peluquería y los peluqueros que luego serán famosos. Es, en este momento, cuando la peluquería cobra un sentido estético total y el culto por la belleza y la moda se consolida. Hombres y mujeres por igual hacen de la visita al salón de belleza, una práctica habitual.

Por primera vez las mujeres cortan su cabello corto, lo cual aún hoy día es muy frecuente. El cabello corto para las mujeres surgió de la imperiosa necesidad de éstas por trabajar en las fábricas mientras los hombres estaban en la guerra; el cabello corto les significó comodidad y se convirtió así en símbolo de mujer moderna.

Con la bonanza de los años 30’s, Hollywood fue el que dio la parada en la moda; los peinados de los actores famosos de la época eran imitados por todos y a los que las peluquerías se ceñían. La “rubia famosa” Marilyn impuso su estilo y las mujeres del mundo querían tener su look. Melenas rubias, onduladas, cortas o voluminosas, lacas, crepados, fijadores, gomina estuvieron a la orden del día.

“Sin embargo, si un peinado creó escuela fue el llamado “Peek-a-boo-bang” consistente en una abundante masa de cabello rubio platino ondulado que tapaba un ojo, popularizado por uno de los grandes mitos del celuloide: Veronica Lake. Tal fue el éxito de su look que el Departamento de Guerra de los EEUU exigió a la Paramount la prohibición del célebre peinado de la diva, puesto que, según ellos, las chicas que trabajaban en las fábricas de armamento lo estaban imitando y, al llevar un ojo tapado, se estaban produciendo numerosos accidentes”[3]

El peinado como signo de identidad

Los años 60’s supusieron una revolución no sólo a nivel social, cultural o político, ésta también alcanzó los niveles de la moda, proponiendo un concepto totalmente diferente a lo que hasta ese momento se había conocido. El cuidado del cabello, la perfección, tratamiento y elaboración que se había logrado y que se había expandido en el mundo gracias a las divas del cine cuya característica principal era su presencia etérea, estaba siendo reemplazado por una “anti-moda” del cabello.

La forma de llevar el cabello representaba la revolución, la libertad que se promulgaba, la rebelión contra el sistema y las normas. Cabellos sucios, enmarañados, descuidados, maltratados, naturales, multicolores, simples y limpios. Nada de peinados elaborados o tintes o pelucas, nada de productos para el cabello. Sin embargo, el look que representa esta época -y que fue el abrebocas para los años posteriores- está ligado a las identidades culturales especialmente de los jóvenes. El look está definido principalmente por la música, aunque éste también determina otras tendencias: culturales, políticas, sociales, religiosas, etc, como el hippismo y el movimiento grunge.

Otra de las características de los peinados de esta época era la comodidad, sobretodo para las mujeres, que ahora trabajaban y tenían muy poco tiempo para lavar, peinar y arreglar el cabello.

“Así, los rockabilies que habían surgido en la década anterior se peinarán con un tupé al más puro estilo Elvis y lo perpetuarán hasta los años 90. Los seguidores del movimiento beat imitarán a The Beatles con sus melenitas y flequillos escandalizando a propios y extraños con lo que entonces se consideraba una melenita demasiado larga para el público masculino. Pero en los 70’s llegó la auténtica revolución de forma y color: el glam, con David Bowie en cabeza, propulsó el mullet[4] que llegó a evolucionar hasta límites insospechados con el movimiento punk que construyó altas crestas de colores estridentes sobre una base de mullet. Escandalizaban los rastas, que siguiendo los dreadlocks de Bob Marley triunfaron inicialmente entre el público afro-americano, aunque en los 90’s se popularizaron a todo tipo de público joven”.[5]

Cada uno de estos estilos era sinónimo de identidad, quien perteneciera a un grupo o ghetto estaba determinado por la forma de vestir de éste incluyendo el peinado, el cual representaba una forma de pensamiento, una filosofía de vida. Y esto sigue siendo cierto en la actualidad, Aún se conservan remanentes de algunos de estos grupos, otros siguen vigentes con algunas transformaciones y otros han ido naciendo en el proceso, especialmente en los jóvenes quienes van descubriendo su identidad y el look que adopten depende en gran medida al grupo social al que pertenecen y/o al ídolo a seguir sea este modelo, actor, deportista, cantante etc.

El mundo contemporáneo

El convulsionado siglo XX ha permitido la evolución de la peluquería o hairstyling, hasta el punto de lograr que hoy por hoy sea una profesión destacada, envidiada, respetada y por supuesto ante todo un arte. Los hairstylists son hombres y mujeres capacitados y entrenados en el arte del hairstyling, que cuidan los cabellos de hombres y mujeres que se preocupan por ellos y que quieren estar a la moda.

Sin embargo, en la época actual estar a la moda es relativo. Hay total libertad en la forma de llevar el cabello. Aunque hay tendencias mundiales y pautas, cada quien lleva su cabello de la forma como mejor le parezca. No hay normas impuestas en el sentido estricto de la palabra, no hay sanciones explícitas; quien sea rechazado por algunos debido a su look será aceptado por otros, viéndose así infinidad de estilos o “anti-estilos” todos igualmente valederos y significantes. Hay diferencias entre jóvenes y viejos, hombres y mujeres, inclusive entre regiones, cada cual da a su cabello y a sus pelos su toque personal, aunque de alguna manera condicionado por el patrón sociocultural.

“Jóvenes y no tan jóvenes reservan una parte de su presupuesto mensual a cuidar su cabello, a hacerlo cambiar, a colorearlo o darle forma; empieza el milenio de la peluquería, el tiempo en que las barreras han sido derrocadas y cualquiera de los estilos que a lo largo de los siglos anteriores han triunfado ahora se puede ver en las cabezas de los/las más atrevidos y vanguardistas”[6]

La peluquería: el nuevo arte

Tal como lo describe Sassoon la peluquería es diseño y lo es en su más pura expresión ¿y qué es el diseño sino arte? Y el peluquero como cualquier otro artista para crear sus obras, debe ser sensible porque es su sensibilidad la que le permite crear y ésta viene de su interior. Cualquiera que con juicio aprenda la técnica puede cortar un pelo, pero sólo aquel que es sensible puede ver mucho más allá y crear con el cabello. El cabello es al peluquero, lo que el lienzo es a un pintor o la arcilla es a un escultor; a través de él representa lo abstracto como ideas o sentimientos, para convertirlo en algo concreto: el peinado.

El arte de cortar el cabello va más allá de “simplemente” cortar cabello; la peluquería entraña en sí misma complejidad y abstracción. El corte de cabello depende no sólo de la clase de cabello que se tenga –si es fuerte, abundante, rizado o liso, delgado, etc-, sino de la conformación de la cara, del cuello, la nariz, del color de la piel, de los ojos e inclusive de las orejas de la persona. Es todo un mapa artístico-conceptual y no es fácil verlo todo de una manera clara, haciendo que el nuevo corte haga más bella a la “nueva persona”.

El cabello se convierte así en un parámetro importante en la definición y conformación del estilo y la personalidad. Así como la nariz es parte fundamental de la cara y el más mínimo cambio en ella produce una transformación en el rostro, el cabello es definitivo en la imagen de una persona. Cambios de color, corte, textura, longitud, sean radicales o no, modifican de forma substancial no sólo el pelo o el rostro, sino el conjunto del cuerpo. Cuando una persona tiene un nuevo look, se ve más segura de sí misma, más decidida y este cambio por pequeño que sea, varía su comportamiento. Al igual que una cirugía estética, el cambio de look permite a la persona sentirse admirada y con el beneplácito de los otros, así que la seguridad se ve reflejada en cada uno de los movimientos de su cuerpo: caminar, mover las manos, sonreír, sentarse, contonear las caderas y por supuesto el agitar del cabello al movimiento de la cabeza.

El cabello es un indicador de salud, de bienestar genético y vital. Estamos programados para leer en él "qué tan bien está la persona" como pareja potencial. Por eso es inevitable que nos veamos atraídos por hermosas, brillantes y saludables cabelleras -tanto hombres como mujeres (…) por eso las mujeres cuando van a algún evento o una cita "importante" o algo, siempre, siempre van a la peluquería a arreglarse el cabello, porque saben que es lo que más impacta”[7]

“Mi papá me prohibió volver a salir si no tenía el pelo arreglado que porque es la principal prenda de vestir”[8]

Es así como un simple corte de cabello se convierte en todo un ritual encerrando su mística propia. El corte de cabello no se queda ahí en el corte, va más allá, sus efectos empiezan a verse desde el mismo instante en que la persona se mira en el espejo y se “siente otra”. No importa el espacio o el tiempo, el corte de cabello siempre tendrá un trasfondo –o varios-, sea este moral, cultural, religioso, social, psicológico, estético, médico. Por tanto, el peluquero o hairstylist tiene no sólo un don, sino una responsabilidad enorme en sus manos; la de reflejar el interior de una persona en su exterior y hacer que ambas sean consecuentes.

Desde que las mujeres cortaron por primera vez su cabello al estilo garçon (corto), éste se convirtió en el símbolo de la mujer moderna: emprendedora, atrevida, independiente. Así como los cabellos recogidos son sinónimo de elegancia; aunque no a todas las mujeres les luce, sólo a aquellas con largos cuellos, bonitas orejas y hombros delicados. En esto consiste la representación y es absoluta responsabilidad del peluquero-artista saber qué hacer con un cabello y a quiénes puede hacerlo.

¿Y los demás pelos?

Es una conducta social cuidar el pelo cualquiera que este sea y la existencia de las rasuradoras, cuchillas de afeitar, cera, depilación con láser, etc. lo demuestra. Los pelos no son bien vistos, son desagradables y en la mayoría de los casos dan asco. Máxime cuando estos no están bien llevados, son enmarañados, desordenados, sucios, enredados. El pelo da aspecto de suciedad, descuido personal, desaseo y el significado varía de acuerdo al género.

“Depende, si son pelos en las axilas de una mujer, pues se ve feísimo, pero en cambio en un hombre me encantan, o no se ven tan mal. Igual en el “bikini” pues porque uno se va a poner y se le salen ese poco de pelos por todos lados”[9]

Por el contrario, el hombre no se ve “obligado” a rasurase su zona pélvica, y si lo hace es por su propia decisión; lo mismo sucede con los pelos de las axilas, piernas, pecho y espalda.

El tratamiento del pelo en el cuerpo se da de manera diferente para hombres y mujeres. A ellas no se les ve bien sus pelos; cejas, piernas, axilas y pubis deben ser depilados total o parcialmente para significar decoro, cuidado, limpieza, delicadeza, bienestar, inclusive elegancia, estilo y estatus. A ellos por el contrario, se les permite llevar sus pelos de forma natural: desordenados, enredados, abundantes –entre más mejor- y si un hombre llega a depilarse, se piensa que es un metrosexual o un homosexual.

Estos otros pelos, también han sufrido cambios y transformaciones a lo largo de la historia, representar costumbres y modos de las distintas épocas. Se han descuidado, teñido, cortado, limpiado, extirpado por completo; han sido sinónimo de peleas, de estatus, han cobrado mucha importancia o han sido totalmente inocuos.

“Por ejemplo, entre los germanos, el simple hecho de tocarle las barbas a alguien significaba una adopción; y entre los griegos, este mismo gesto significaba sumisión y petición de clemencia (…) Hasta en el lenguaje coloquial se percibe esta importancia de los cabellos, puesto que todos hemos oído expresiones como “subirse a las barbas” o “tomar el pelo” como falta de respeto; “jugarse el bigote” para decir arriesgar la vida; o antiguos juramentos que decían “por mis barbas” que era tanto como decir por mi vida”

El pelo ha importado siempre al hombre, sea cual sea el motivo: religioso, social, místico, médico o estético. Peinados de diferentes formas, variados estilos de llevar el cabello, barbas, bigotes, cejas y pestañas han tenido gran valor y representado un gran esfuerzo en tiempo y energía a lo largo de toda la historia. Por donde quiera que se mire, o cómo se lo mire, el pelo es más que un filamento entre los poros de la piel, aunque su significado e importancia dependan del momento histórico, de la cultura, el estrato o grupo social e incluso de las condiciones climáticas. Pero sin importar en dónde nos encontremos, el pelo seguirá siendo un símbolo como hasta ahora; mujeres y hombres esclavos de él, en la búsqueda de verse y mostrarse mejor, “verse y mostrarse bien”, de tener un look que los identifique.



[1] http://pdf.rincondelvago.com/historia-del-peinado-y-de-la-belleza.html
[2] Ídem

[3] http://www.feriacosmobelleza.com. Historia de la Peluquería Capítulo VII: El Siglo XX-XXI (1930-1960)

[4] Flequillo muy corto y pelo más largo en la nuca.

[5] http://www.feriacosmobelleza.com Historia de la Peluquería Capítulo VIII: El Siglo XX-XXI (1960-1980)

[6] http://www.feriacosmobelleza.com Capítulo X: El S. XX-XXI. Los inicios del nuevo milenio.
[7] Jóven de 29 años
[8] Adolescente de 16 años
[9] Mujer de 40 años

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Un comentario a la entrada “El pelo”

  1. ApoloDuvalis
    domingo 5 de octubre de 2008, 00:36 COT
    1

    Qué recorrido tan bacano por nuestro cuero cabelludo y la forma como la forma en que lo tratamos habla de nosotros y de nuestros deseos.

    En la baja Edad Media era costumbre que a los caídos en batalla, cuando no los mataban, los llevaban presos después de rasurarles la barba. Por eso era famosa la barba de El Cid Campeador, tan larga que servía como advertencia a sus enemigos de que se trataba de un guerrero tan formidable que jamás había sido vencido. ¡Qué tiempos aquellos!

    Tal vez por eso fue que decidí adoptarla. De cualquier forma es un medio de expresar libertad en un entorno donde entre más se parezca uno a un Ken (el pelele que venden con la Barbie), más atractivo se lo considera.



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